Página 77 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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El derecho de la redención
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lo que, aunque puede ser dado sin mérito, no puede ser negado sin
que ello acarree la ruina? El Señor ha dado a cada uno su obra, y los
santos ángeles quieren que hagamos esta obra. Mientras veláis, oráis
y trabajáis, ellos están listos para cooperar con vosotros. Cuando
el intelecto siente la influencia del Espíritu Santo, todos los afectos
obran armoniosamente de acuerdo con la voluntad divina. Entonces
los hombres darán a Dios lo suyo diciendo: “Todo es tuyo, y lo
recibido de tu mano te damos.” Dios perdone a su pueblo por no
haber obrado así.
Hermanos y hermanas, he tratado de presentaros las cosas tal
como son; pero mi intento queda muy lejos de la realidad. ¿Rechaza-
réis mi súplica? No soy yo la que os suplico; es el Señor Jesús, quien
dió su vida por el mundo. No he hecho sino obedecer la voluntad y
el requerimiento de Dios. ¿Aprovecharéis la oportunidad de honrar
la obra de Dios y respetar a los siervos a quienes envió a hacer su
voluntad y a guiar las almas al cielo?
“Esto empero digo: El que siembra escasamente, también sega-
rá escasamente; y el que siembra en bendiciones, en bendiciones
también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con
tristeza, o por necesidad; porque Dios ama el dador alegre. Y po-
deroso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia; a
fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo que basta,
abundéis para toda buena obra: como está escrito: Derramó, dió a
los pobres; su justicia permanece para siempre. Y el que da simiente
al que siembra, también dará pan para comer, y multiplicará vuestra
sementera, y aumentará los crecimientos de los frutos de vuestra
justicia; para que estéis enriquecidos en todo para toda bondad, la
cual obra por nosotros hacimiento de gracias a Dios. Porque la su-
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ministración de este servicio, no solamente suple lo que a los santos
falta, sino también abunda en muchos hacimientos de gracias a Dios:
que por la experiencia de esta suministración glorifican a Dios por la
obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la bondad de
contribuir para ellos y para todos; asimismo por la oración de ellos a
favor vuestro, los cuales os quieren a causa de la eminente gracia de
Dios en vosotros. Gracias a Dios por su don inefable.”
2 Corintios
9:6-15
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