Página 80 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
Aprendan a trabajar como Cristo trabajó. Unanse a su ejército de
obreros, y préstenle un servicio fiel.
Hay ocasiones en que es propio que los sábados nuestros mi-
nistros prediquen a nuestras iglesias discursos breves, llenos de la
vida y el amor de Cristo. Pero los miembros de la iglesia no deben
esperar un sermón cada sábado.
Recordemos que somos peregrinos y extranjeros en esta tierra,
que buscamos una patria mejor, a saber la celestial. Obremos con
tal fervor y devoción, que los pecadores sean atraídos a Cristo. Los
que se unieron al Señor y prometieron servirle están obligados a
participar con él de la grande y magnífica obra de salvar almas.
Desempeñen fielmente su parte durante la semana los miembros de
la iglesia, y relaten el sábado lo que han experimentado. La reunión
será entonces alimento a su tiempo, que infunda a todos los presentes
nueva vida y vigor. Cuando los hijos de Dios vean la gran necesidad
que hay de trabajar como trabajó Cristo por la conversión de los
pecadores, los testimonios que den en el culto del sábado estarán
llenos de poder. Con gozo relatarán la preciosa experiencia que han
adquirido al trabajar en favor de los demás.
La organización para servir
Nuestros ministros no han de dedicar su tiempo a trabajar por
aquellos que ya han aceptado la verdad. Teniendo el amor de Cris-
to ardiendo en su corazón, deben salir a ganar pecadores para el
Salvador. Junto a todas las aguas han de sembrar la simiente de
verdad, visitando un lugar tras otro para suscitar iglesia tras iglesia.
Los que se deciden por la verdad, deben ser organizados en iglesias,
y luego el predicador pasará adelante a otros campos igualmente
importantes.
Tan pronto como se organice una iglesia, ponga el ministro a los
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miembros a trabajar. Necesitarán que se les enseñe cómo trabajar con
éxito. Dedique el ministro más de su tiempo a educar que a predicar.
Enseñe a la gente a dar a otros el conocimiento que recibieron.
Aunque se debe enseñar a los nuevos conversos a pedir consejo a
aquellos que tienen más experiencia en la obra, también se les debe
enseñar a no poner al ministro en el lugar de Dios. Los ministros no
son sino seres humanos aquejados de flaquezas. Cristo es el único en