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Joyas de los Testimonios 3
tentará esfuerzos desesperados para apartar a la gente de la verdad e
inducirla en el error. Los ángeles del cielo han recibido la misión de
sostener los esfuerzos de los misioneros que Dios envíe al mundo.
Los predicadores deben alentar en los otros y conservar en sí mismos
una fe y una esperanza inquebrantables, como lo hizo Cristo, su Jefe.
Deben permanecer delante de Dios humildes y contritos.”
Se necesitan planes más amplios
Dios se propone hacer llegar su preciosa Palabra, así como las
advertencias y amonestaciones que contiene, a todos los que están
aún en las tinieblas e ignoran lo que creemos. Esta Palabra debe
ser proclamada a todos, a fin de que sea para todos un testimonio
recibido o rechazado. No penséis que os incumbe la responsabilidad
de convencer y convertir a los oyentes. Únicamente la potencia
de Dios puede enternecer los corazones. Vuestra tarea consiste en
presentar la Palabra de vida a fin de que todos tengan ocasión de
recibir la verdad si la desean. Si se apartan de la verdad celestial,
será para su condenación.
No debemos ocultar la verdad en lugares apartados de la tierra;
hay que darla a conocer; debe brillar en las ciudades grandes. Cuando
Jesús trabajaba en la tierra, frecuentaba la orilla del mar y los lugares
concurridos por los viajeros, dondequiera que pudiese encontrar
gente que venía de todas partes del mundo. Impartía la luz verdadera,
sembraba la semilla del Evangelio, separaba la verdad del error con
que se había mezclado y la presentaba en su claridad y sencillez
originales para que los hombres pudiesen comprenderla.
El mensajero celestial que estaba con nosotros dijo: “No perdáis
de vista el hecho de que el mensaje que proclamáis está destinado al
mundo entero. Debe ser predicado en todas las ciudades y en todos
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los pueblos, por los caminos y los vallados. No debéis limitar la
proclamación del mensaje.” En la parábola del sembrador, Cristo
ilustró su obra y la de sus siervos. La semilla cayó en toda clase de
terreno. Algunos granos cayeron en un terreno mal preparado; mas el
sembrador no suspendió su trabajo. Por todas partes debéis sembrar
la verdad. Dondequiera que podáis penetrar, presentad la Palabra
de Dios. Sembrad junto a todas las aguas. Puede ser que no notéis
en seguida el resultado de vuestro trabajo, mas no os desalentéis.