Página 143 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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La encarnación
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A semejanza de carne de pecado
—Cristo, el segundo Adán,
vino en semejanza de carne de pecado. En favor del hombre se
sujetó al dolor, al cansancio, al hambre, a la sed. Estaba sujeto a la
tentación, pero no se rindió al pecado. Ninguna mancha de pecado
estaba sobre él. Declaró: “He guardado los mandamientos de mi
Padre [en mi vida terrenal]”.
Juan 15:10
. El tenía poder infinito
solamente porque era perfectamente obediente a la voluntad de su
Padre. El segundo Adán soportó la prueba y la tentación para llegar
a ser el dueño de toda la humanidad.—
Manuscrito 99, 1903
.
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