Página 153 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

Basic HTML Version

Principios establecidos por Elena G. de White...
149
Los testimonios presentados aquí no expresan una gran fe. No es
difícil creer que Jesús perdonará a otros, pero parece imposible que
cada uno ejercite una fe viva para sí mismo. Pero, queridos hermanos,
¿es provechoso expresar dudas con respecto a la disposición de
Cristo a aceptarnos? Me temo que estéis dependiendo demasiado de
sentimientos, y haciendo de ellos vuestro criterio. Estáis perdiendo
mucho debido a esta conducta; no solamente estáis debilitando
vuestras propias almas, sino las almas de otros que os observan.
Debéis confiar en Jesús por vosotros mismos, y apropiaros de
las promesas de Dios para vosotros, o de otra manera ¿cómo podéis
educar a otros a tener una confianza humilde y santa en él? Sentís
que habéis descuidado vuestros deberes, que no habéis orado como
debierais.
Parece que estáis distantes de Jesús, y pensáis que él se ha retira-
do de vosotros; pero sois vosotros los que os habéis separado de él.
El está esperando vuestro regreso. El aceptará al corazón contrito.
Sus labios nos han asegurado que él está más dispuesto a dar el
Espíritu Santo a los que lo piden, que los padres a dar buenos regalos
a sus hijos.
Estamos heridos, manchados de pecado; ¿qué haremos para ser
sanados de la lepra? Hasta donde esté en vuestro poder hacerlo,
limpiad el templo del alma de toda contaminación, y entonces mirad
al “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
Juan 1:29
.
Si estáis conscientes de vuestras necesidades, no empleéis todas
[172]
vuestras facultades para presentarlas y afligiros por ellas, sino mirad
y vivid. Jesús es nuestro único Salvador; y a pesar de que millones
que necesitan ser sanados rechazarán la misericordia que él ofrece,
ninguno de los que confían en los méritos de él será dejado para que
perezca.
¿Por qué rehusáis venir a Jesús y recibir descanso y paz? Podéis
tener la bendición esta misma mañana. Satanás sugiere que sois im-
potentes, y que no podéis obtener la bendición por vosotros mismos.
Es cierto; estáis necesitados; pero elevad a Jesús delante de Satanás
y decid: “Tengo un Salvador. Confío en él, y él nunca dejará que
yo quede confundido. En su nombre triunfo. El es mi justicia y mi
corona de regocijo”. Que ninguno de los que están acá sienta que su
caso es desesperado, porque no lo es.