Página 161 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Elena G. de White informa acerca del congreso de Mineápolis
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ningún acuerdo sobre este punto, ni sobre ningún otro presentado en
los estudios de la Biblia.
En una carta escrita el último día de las reuniones—carta que
aparece en esta parte—, Elena de White informó: “Mi ánimo y mi
fe son buenos”, a pesar del casi “incomprensible juego de tira y
afloja” por el cual habían pasado; y expresó su convicción, según
lo que vio en forma inmediata, de que “la reunión resultará en un
gran bien”.—
Carta 82, 1888
. Pocas semanas más tarde ella escribió
una declaración mientras analizaba retrospectivamente el Congreso
General de Minneápolis, la mayor parte del cual se presenta en esta
sección.
En las semanas y los meses que siguieron se desarrolló una fuer-
te oposición en Battle Creek, donde estaba la dirección general de la
iglesia, y donde se encontraban tres de sus mayores instituciones.
Elena de White frecuentemente se ausentaba de Battle Creek para
llevar el mensaje a las iglesias. A veces trabajaba con los pastores
Jones y Waggoner mientras los tres se ocupaban en la presentación
de las preciosas verdades del Evangelio. Dirigió una reunión impor-
tante y llena de éxito para nuestros ministros, en enero de 1889, en
South Lancaster, donde muchos fueron “grandemente bendecidos”.
En este capítulo se incluye un informe acerca de esa reunión.
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Los archivos de Elena G. de White contienen una presentación
llena de poder que ella hizo de los principios básicos de la salvación
por la fe, como fueron presentados en el congreso campestre cele-
brado en Ottawa, Kansas, el 11 de mayo de 1889. Este discurso, y
su informe sobre la respuesta que se produjo, aparece en el libro de
E. G. de White titulado
Faith and Works, 63-84
.
Hubo un ambiente de victoria en Chicago, y en Denver, Colorado,
cuando ella habló a los pastores sobre la necesidad de tener un
verdadero concepto de la justificación por la fe, en las reuniones
campestres realizadas en septiembre de 1889. El discurso de Denver
aparece en esta sección.
Mientras asistía al Congreso General de 1889, apenas un año
después de las reuniones de Minneápolis, informó: “Estamos rea-
lizando reuniones excelentes. No existe aquí el espíritu que hubo
en las reuniones de Minneápolis. Todo se mueve en armonía. Hay
una gran asistencia de delegados. Tiene buena asistencia nuestra
reunión de las cinco de la mañana, y las reuniones son buenas. Todos