Página 162 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Mensajes Selectos Tomo 3
los testimonios que he escuchado han sido de un carácter elevador.
Dicen que el año pasado ha sido el mejor de su vida. La luz que
brilla de la Palabra de Dios ha sido clara y nítida: la justificación
por la fe, Cristo nuestra justicia. Las experiencias han sido muy
interesantes”.—
Manuscrito 10, 1889
;
Mensajes Selectos 1:423-424
.
El 3 de febrero de 1890, al dirigirse ella a los ministros reunidos
en Battle Creek para una asamblea ministerial, repasó sus experien-
cias en el campo durante 1889. Sus declaraciones forman una parte
apropiada de esta introducción:
“Hemos viajado por todos los diferentes lugares de reuniones
para que yo pudiera acompañar y estar junto con los mensajeros de
Dios que yo sabía que eran sus mensajeros, y que sabía que tenían
un mensaje para su pueblo. Di mi mensaje con ellos en armonía con
el mismo mensaje que ellos presentaban. ¿Qué fue lo que vimos?
“Vimos un poder que acompañaba al mensaje. En cada caso
trabajamos—y algunos saben cuán esforzadamente lo hicimos—a
fin de que pudiéramos comunicar estas ideas a las mentes de los
hermanos. Pienso que fue toda una semana en Chicago, desde la
mañana hasta la tarde.
[182]
“El diablo ha estado trabajando durante un año para tergiversar
las ideas: la totalidad de ellas. Y se requiere arduo trabajo para
cambiar viejas opiniones. Ellos piensan que deben confiar en su
propia justicia y en sus propias obras, y continuar mirándose a sí
mismos, y no apropiándose de la justicia de Cristo, y adquiriéndola
en la vida de ellos y en su carácter. Trabajamos allí por una semana...
Trabajamos una semana antes de que se produjera un cambio, y el
poder de Dios, como una ola poderosa, envolvió a la congregación.
Les digo: fue con el propósito de dar libertad a los hombres, fue para
señalarles al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
“Y allí, en South Lancaster, la obra poderosa del Espíritu de Dios
estaba presente. Hay aquí algunos que estuvieron en esa reunión.
Dios reveló su gloria, y todos los alumnos del colegio hicieron sus
confesiones; la obra del Espíritu de Dios era visible.
“Y así ocurrió de lugar en lugar. Dondequiera que fuimos, vimos
moverse al Espíritu de Dios.
“¿Creen Uds. que como los diez leprosos yo debiera guardar
silencio, y no elevar mi voz para cantar la justicia de Dios y alabarlo
y glorificarlo? Yo trato de presentar el asunto a Uds., para que vean