Página 170 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Mensajes Selectos Tomo 3
alta durante los últimos cuarenta y cuatro años, y la había presentado
a nuestro pueblo por la pluma y la palabra en los testimonios de su
Espíritu; pero muy pocos habían respondido, excepto asintiendo a
los testimonios presentados sobre este tema. Se ha hablado y escrito
demasiado poco acerca de este gran tema. Los discursos de algu-
nos podrían describirse correctamente diciendo que eran como la
ofrenda de Caín: carentes de Cristo.
El misterio de la piedad
—La norma para medir el carácter es
la ley real. La ley es la que descubre el pecado. Por la ley es el
conocimiento del pecado; pero el pecador es constantemente atraído
a Jesús por la maravillosa manifestación de su amor, pues él se
humilló a sí mismo para padecer una muerte vergonzosa sobre la
cruz. ¡Qué estudio es éste! Los ángeles han luchado y anhelado
fervientemente entender este maravilloso misterio. Es un estudio
que requiere el esfuerzo de la más alta inteligencia humana: que
el hombre caído, engañado por Satanás, que se coloca al lado de
Satanás en este asunto, pueda conformarse a la imagen del Hijo del
Dios Infinito; que el hombre pueda ser como Cristo; que, debido a
la justicia de Cristo dada al hombre, Dios amara al hombre—caído
pero redimido—así como amaba a su Hijo. Leedlo en los oráculos
divinos.
Este es el misterio de la piedad. Este cuadro es del más alto
valor, y debe ser engarzado en todo discurso, debe ser colgado en los
pasadizos de la memoria, debe ser anunciado por los labios humanos,
debe ser presentado por seres humanos que han gustado y han visto
que Dios es bueno. Esto es algo sobre lo cual debe meditarse, debe
ser el tema de todo discurso. Se han presentado teorías áridas, y
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las almas preciosas están hambrientas del pan de vida. Esta no es
la predicación que Dios exige o que el Dios del cielo aceptará,
porque está desprovista de Cristo. El cuadro divino de Cristo debe
ser mantenido delante de la gente. El es el Angel que está de pie en el
Sol.
Apocalipsis 19:17
. El no refleja ninguna sombra. Vestido de los
atributos de la Deidad, revestido de las glorias de la divinidad y en la
semejanza del Dios infinito, debe ser elevado delante de los hombres.
Cuando esto se mantiene delante de la gente, el mérito de la criatura
se hunde en la insignificancia. Cuanto más se concentra la mirada
sobre él, cuanto más se estudia su vida, sus lecciones, su perfección
de carácter, tanto más pecaminoso y aborrecible aparecerá el pecado.