Página 181 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

Basic HTML Version

Elena G. de White informa acerca del congreso de Mineápolis
177
del sermón tuvimos una hermosa reunión de testimonios. El Señor
vino muy cerca, y convenció a las almas de su gran necesidad de
gracia y amor. Sentimos la necesidad de presentar a Cristo como un
Salvador que no está lejos, sino cerca, a la mano. Cuando el Espíritu
de Dios comienza a obrar en los corazones de los hombres, el fruto
se ve en confesiones de pecados y restituciones hechas para arreglar
errores. A través de todas las reuniones, al tratar más de cerca a Dios,
los hermanos trajeron obras de arrepentimiento al confesarse unos a
otros sus faltas mutuas en palabras o en actos...
Había muchos, aun entre los ministros, que vieron la verdad
como era en Jesús, en una perspectiva en que nunca la habían visto
antes. Contemplaron al Salvador como a un Salvador que perdona
el pecado, y vieron la verdad como algo que santifica el alma. “Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad”...
Muchos tenían ideas tergiversadas
—Hay muchos que parecen
sentir que tienen una gran obra que hacer ellos mismos antes de
poder venir a Cristo para lograr su salvación. Parecen creer que
Jesús vendrá a ellos precisamente al final de su lucha, para darles
su ayuda, colocando el toque final a la obra de su vida. Les parece
difícil entender que Cristo es un Salvador completo, y que es capaz
de salvar completamente a todos los que van a Dios por medio de
él. Pierden de vista el hecho de que Cristo mismo es “el camino, la
[206]
verdad, y la vida”. Cuando descansamos individualmente en Cristo,
con plena certeza de fe, confiando sólo en la eficacia de su sangre
para limpiarnos de todo pecado, tendremos paz al creer que Dios es
capaz de hacer lo que ha prometido...
Presentando el mismo mensaje
—Cuando nuestros hermanos y
hermanas abrieron sus corazones a la luz, obtuvieron un mejor cono-
cimiento de lo que constituye la fe. El Señor fue realmente precioso;
estuvo listo para fortalecer a su pueblo. Las reuniones continuaron
una semana más de lo que se había programado. Se suspendieron las
clases, y todos hicieron un esfuerzo ferviente por buscar al Señor. El
pastor Jones vino desde Boston, y trabajó muy fervientemente por el
pueblo hablando dos veces, y en algunas ocasiones hasta tres veces
por día. El rebaño de Dios fue alimentado con alimento que nutre el
alma. El mismo mensaje que el Señor envió a su pueblo que vive en
este tiempo, fue el que se presentó en los discursos. Las reuniones