Página 182 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Mensajes Selectos Tomo 3
se realizaban desde temprano por la mañana hasta tarde en la noche,
y los resultados fueron muy satisfactorios.
Tanto los alumnos como los maestros han participado grande-
mente de las bendiciones de Dios. Se sintió la obra profunda del
Espíritu de Dios en casi todos los corazones. Los que asistieron a
la reunión dieron un testimonio unánime de que habían obtenido
una experiencia que sobrepasaba todo cuanto habían conocido antes.
Testificaron de su gozo al sentir que Cristo había perdonado sus
pecados. Sus corazones estaban llenos de agradecimiento y alabanza
a Dios. Una dulce paz inundó sus almas. Amaban a cada uno, y
sentían que podían descansar en el amor de Dios.
Nunca he visto un reavivamiento avanzar en forma tan completa,
y sin embargo estar tan libre de toda excitación indebida.
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Hubo muchos que testificaron de que al presentarse las verdades
escrutadoras, habían sido convencidos de que eran pecadores a la
luz de la ley. Habían estado confiando en su propia justicia. Ahora
la vieron como trapos de inmundicia, en comparación con la justicia
de Cristo que es la única que Dios puede aceptar.
Aunque no habían sido transgresores abiertos, se vieron a sí
mismos depravados y degradados de corazón. Habían reemplazado
al Padre celestial por otros dioses. Habían luchado por abstenerse
de pecado, pero habían confiado en su propia fuerza. Debemos ir a
Jesús tales como somos, confesar nuestros pecados y arrojar nuestras
almas impotentes sobre nuestro compasivo Redentor.—
The Review
and Herald, 5 de marzo de 1889
.
Necesidad de un verdadero concepto de la justificación por la
fe
Por invitación presenté algunas observaciones en la tienda de los
pastores
dirigidas a ellos. Hablamos un poco acerca de los mejores
planes que debían hacerse allí para educar al pueblo que estaba
reunido en ese mismo campamento, con referencia a la religión del
hogar.
Muchas personas parecían ser ignorantes con respecto a lo que
es la fe. Muchos se quejaban de sentir oscuridad y descorazonamien-
to. Pregunté: “¿Están vuestros rostros mirando a Jesús? ¿Lo estáis
contemplando a él, el Sol de justicia? Necesitáis definir en forma