Página 185 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Elena G. de White informa acerca del congreso de Mineápolis
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“De la cual [de la iglesia] fui hecho ministro, según la adminis-
tración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie
cumplidamente la palabra de Dios, el misterio que había estado
oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado
a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la
gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la
esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hom-
bre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar
perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo,
luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en
mí”.
Colosenses 1:25-29
.
Aquí está la obra de los ministros de Cristo. Debido a que esta
obra no ha sido hecha, debido a que Cristo y su carácter, sus palabras
y su obra no han sido presentados a la gente, el estado religioso de
las iglesias testifica en contra de los maestros. Las iglesias están a
punto de morir porque se presenta poco a Cristo. Ellas no tienen
vida ni discernimiento espiritual.
Temor al mensaje de la justificación por la fe
—Ellos mismos,
los maestros del pueblo, no se han familiarizado mediante una expe-
riencia viva con la Fuente de su dependencia y poder. Y cuando el
Señor envía hombres precisamente con el mensaje para este tiempo,
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a fin de que lo den al pueblo—un mensaje que no es una nueva
verdad, sino la misma que Pablo enseñó, que Cristo mismo ense-
ñó—, resulta para ellos una doctrina extraña. Comienzan a inducir
al pueblo a que tenga cuidado, a ese pueblo que está a punto de
morir porque no ha sido fortalecido por elevar a Cristo delante de él.
Comienzan a decirle al pueblo: “No os apresuréis demasiado. Mejor
esperad, y no recibáis este asunto hasta que no sepáis más acerca de
él”. Y los ministros predican las mismas teorías áridas, cuando el
pueblo necesita maná fresco.
El carácter de Cristo es un carácter infinitamente perfecto, y debe
ser elevado y presentado en forma prominente, porque Cristo es el
poder, la fuerza, la santificación y la justificación de todos los que
creen en él. Los hombres que han tenido un espíritu farisaico piensan
que si se aferran a lo que consideran las buenas teorías antiguas, y
no toman parte en el mensaje enviado por Dios a su pueblo, estarán
en una posición segura y buena. Así pensaban los fariseos de antaño,