Página 188 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Mensajes Selectos Tomo 3
promesa se experimenta menos, se cumple menos en la iglesia que la
promesa del Espíritu Santo? Cuando esta bendición, que trae todas
las demás bendiciones tras ella, es retirada, el resultado seguro es la
sequía espiritual. Este es el reproche que necesita el que sermonea
largo. La iglesia debe levantarse, y no quedar conforme por más
tiempo con un escaso rocío.
Nuestra necesidad del Espíritu Santo
—¡Oh!, ¿por qué nues-
tros miembros de iglesia se hallan desprovistos de sus privilegios?
No están personalmente conscientes en forma viva de su necesidad
de la influencia del Espíritu de Dios. La iglesia puede decir como
María: “Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto”.
Juan 20:13
.
Los ministros que predican la verdad presente consentirán en
la necesidad [que hay] de la influencia del Espíritu de Dios para
convencer de pecado y para convertir a las almas, y que esta in-
fluencia debe impulsar la predicación de la Palabra; pero ellos no
sienten suficientemente su importancia para tener un conocimiento
profundo y práctico de la misma. La escasez de la gracia y del poder
de la influencia divina de la verdad sobre sus propios corazones
les impide discernir las cosas espirituales, y les impide presentar la
positiva necesidad de las mismas sobre la iglesia. De manera que
andan cojeando, como enanos, en el crecimiento religioso, porque
en su ministerio tienen una religión legal. No se siente que el poder
de la gracia de Dios es una necesidad viva, efectiva, y un principio
permanente.
¡Ojalá que todos pudieran ver esto, y abrazaran el mensaje que
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les fue dado por Dios! El ha levantado a sus siervos para presentar
la verdad que, debido a que ella implica elevar la cruz, se ha perdido
de vista y está enterrada debajo de la basura del formalismo. Esa
verdad debe ser rescatada y colocada de nuevo en el marco de la
verdad presente. Sus declaraciones deben ser aseguradas, y debe
ocupar la posición que le corresponde en el mensaje del tercer ángel.
Ojalá que los muchos ministros de Cristo proclamen ayuno, con-
voquen a solemne reunión y busquen a Dios mientras puede ser
hallado. Clamad a él mientras yacéis ahora al pie de la cruz del Cal-
vario. Despojaos de todo orgullo y, como guardianes representantes
de las iglesias, llorad entre la entrada y el altar, y clamad: “Perdona
a tu pueblo, oh Señor, y no rechaces tu heredad. Quita de nosotros