Página 187 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Elena G. de White informa acerca del congreso de Mineápolis
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viviente experiencia personal de lo que Cristo es para nosotros
por experiencia y fe. Hemos recibido a Cristo, y con fervor divino
podemos hablar de aquello que es un poder que reside en nosotros.
La gente debe ser atraída a Cristo. Debe darse prominencia a su
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eficacia salvadora.
Los que verdaderamente aprenden sentándose a los pies de Jesús,
descubren las preciosas gemas de verdad pronunciadas por nuestro
Salvador, y discernirán su significado y apreciarán su valor. Y al
hacerse más humildes y estar dispuestos a ser enseñados, su com-
prensión se abrirá para descubrir las cosas maravillosas de su ley,
pues Cristo las ha presentado en forma clara y precisa.
La doctrina de la gracia y la salvación por medio de Cristo es
un misterio para una gran parte de los que tienen sus nombres en
los libros de la iglesia. Si Cristo estuviera en la tierra hablando a
su pueblo, él los reprocharía por la lentitud de su comprensión. El
diría a los que son lentos y los que no comprenden: “He dejado en
vuestra posesión verdades que conciernen a vuestra salvación, cuyo
valor vosotros no sospecháis”.
¡Ojalá que se diga de los ministros que están predicando al
pueblo y a las iglesias: “Entonces les abrió el entendimiento, para
que comprendiesen las Escrituras”!
Lucas 24:45
. Os digo, en el
temor de Dios, que hasta ahora las verdades bíblicas relacionadas
con el gran plan de redención se entienden en forma muy débil. La
verdad estará continuamente desarrollándose, se irá expandiendo y
desenvolviendo, porque es divina como su Autor.
Cómo enseñó Cristo a la gente
—Jesús no hizo largos comen-
tarios ni dio discursos constantes sobre doctrinas, sino que a menudo
hablaba con frases cortas, como quien siembra los granos celestiales
de doctrinas como perlas que necesitan ser recogidas por un obrero
diligente. Las doctrinas de la fe y la gracia eran traídas a colación
dondequiera que él enseñaba. ¡Oh!, ¿por qué los ministros no les dan
a las iglesias precisamente el alimento que les comunicaría salud
y vigor espirituales? El resultado sería una rica experiencia en la
obediencia práctica a la Palabra de Dios. ¿Por qué los ministros no
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afirman las cosas que quedan y que están por morir?
Cuando Cristo estaba por dejar a sus discípulos, buscó el mayor
consuelo que les podía dar. Les prometió el Espíritu Santo—el
Consolador—para que se combinara con el esfuerzo humano. ¿Qué