Página 209 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Capítulo 23—Discurso en favor de una escuela
primaria adventist
Prometí que hablaría esta mañana con respecto a la necesidad de
apartar a nuestros hijos de las escuelas públicas, y de proporcionar
lugares adecuados donde ellos puedan ser correctamente educados.
Me he sentido sorprendida por la actitud aparentemente indiferente
de algunos, a pesar de las repetidas advertencias dadas de que los
padres deben proveer para sus familias no sólo para las necesidades
presentes, sino especialmente para sus intereses futuros y eternos.
Los caracteres que formamos en esta vida decidirán nuestro destino.
Si elegimos hacerlo, podremos vivir una vida que se mide por la
vida de Dios.
Cada familia cristiana es una iglesia en sí misma. Los miembros
de la familia deben ser semejantes a Cristo en toda acción. El padre
debe sostener una relación tan estrecha con Dios, que comprenda
su deber de hacer provisión para que los miembros de su familia
reciban una educación y una preparación que los prepare para la
vida futura e inmortal. A los hijos debe enseñárseles los princi-
pios del cielo. El padre es el sacerdote de la casa, responsable ante
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Dios por la influencia que ejerce sobre cada miembro de su familia.
Debe colocar a los miembros de su familia en las circunstancias
más favorables que sea posible, de manera que no sean tentados a
conformarse a los hábitos y costumbres, las malas prácticas y los
principios relajados que encontrarían en el mundo...
Sobre los padres y las madres descansa la responsabilidad de
darles una educación cristiana a los hijos que les fueron confiados.
Nunca deben descuidar a sus hijos. En ningún caso deben permitir
que algún tipo de ocupación absorba de tal manera su mente, su
tiempo y sus talentos, que a sus hijos que deben ser guiados en
armonía con Dios, se los deje andar a la deriva hasta que estén muy
separados de él. No deben permitir que sus hijos escapen de su
influencia para caer en manos de los no creyentes. Deben hacer
todo lo que esté a su alcance para evitar que se llenen del espíritu
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