Página 210 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

Basic HTML Version

206
Mensajes Selectos Tomo 3
del mundo. Deben prepararlos para que lleguen a ser ayudadores
de Dios. Ellos son la mano humana de Dios para prepararse ellos
mismos y preparar a sus hijos para una vida interminable en el hogar
celestial.
La educación de nuestros hijos comienza en el hogar. La madre
es su primer maestro. Cuando tienen la edad necesaria para asistir a
la escuela, ¿les permitiremos entrar en la escuela pública?
¿La escuela pública o la escuela de iglesia?
—Hace muchos
años mi esposo y yo conversamos con el maestro de una escuela
pública de Oakland, con respecto a las escuelas públicas de la ciu-
dad. El nos dijo: “Si los padres conocieran la iniquidad que sabemos
a ciencia cierta que se práctica en estas escuelas, se produciría un
furor con respecto a las mismas que ni Uds. ni yo nos imaginamos.
Los jóvenes están corrompidos, pues la clase de hogares que tie-
nen supera todo lo que nuestros maestros pueden describir”. Esta
[240]
declaración fue hecha hace más de veinte años. ¿Han mejorado las
condiciones de nuestras escuelas públicas desde ese tiempo?
Algunos padres y madres son tan indiferentes, tan descuidados,
que piensan que no existe ninguna diferencia entre que sus hijos
asistan a una escuela adventista o a una escuela pública. Dicen:
“Estamos en el mundo, y no podemos salir de él”. Pero, padres,
podemos usar una buena manera de salir del mundo, si decidimos
hacerlo. Podemos evitar la contemplación de muchos de los males
que se están multiplicando en forma tan rápida en estos últimos días.
Podemos evitar oír acerca de muchas de las maldades y crímenes
que existen.
Debemos hacer todo lo posible para colocarnos a nosotros mis-
mos y a nuestros hijos donde no veamos la maldad que se práctica en
el mundo. Debemos guardar cuidadosamente lo que miran nuestros
ojos y lo que oyen nuestros oídos, de manera que estas cosas terribles
no entren en nuestras mentes. Cuando el diario llega a nuestra casa,
siento como que quisiera esconderlo, para que las cosas ridículas y
sensacionales que hay en él no se vean. Parece como si el enemigo
dirigiera la publicación de muchas de las cosas que aparecen en los
periódicos. Cada cosa pecaminosa que pueda hallarse es descubierta
y presentada al desnudo delante del mundo.
La línea de demarcación entre los que sirven a Dios y los que
no le sirven debe permanecer siempre clara. La diferencia entre los