Página 255 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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El sábado: principios guiadores para observarlo
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bondadosa para preparar el camino a fin de abrir un cauce por el
cual la verdad fluya en ricas corrientes hacia otras almas.
Todo milagro que Cristo obró era esencial, y tenía el propósito
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de revelar al mundo que había una gran obra que hacer en día sábado
para el alivio de la humanidad sufriente, pero que el trabajo común
no debía hacerse. La búsqueda del placer, jugar a la pelota, nadar, no
eran una necesidad, sino que constituía un descuido pecaminoso del
día sagrado santificado por Jehová. Cristo no hizo milagros sencilla-
mente para desplegar su poder, sino para hacer frente a Satanás, que
angustiaba a la humanidad que sufría. Cristo vino a nuestro mundo
para resolver las necesidades de los que padecían, a quienes Satanás
estaba torturando.—
Carta 252, 1906
.
Los platos
—Queremos recomendar a todos que no laven los
platos el sábado, si es posible que esto se evite. Dios es deshonrado
por todo trabajo innecesario hecho en su día santo. No es inconse-
cuente, sino apropiado, que los platos se dejen sin lavar hasta el fin
del sábado, si esto puede hacerse.—
Carta 104, 1901
.
El sábado es un día de servicio
—El primer sábado de la sema-
na de oración fue un día de ferviente actividad. Desde Sunnyside y
desde la escuela, se enviaron dos equipos y un bote a Dora Creek pa-
ra que transportaran a las reuniones a los que no podían caminar tan
lejos. La gente había sido invitada a traer su almuerzo y a venir a la
reunión preparada para pasar el día, y respondieron voluntariamente
a la invitación.
Algunos estaban muy sorprendidos de que el sábado nos es-
forzáramos por traerlos a la reunión. Se les había enseñado que la
observancia del sábado consistía mayormente en inactividad física;
y pensaban que porque éramos celosos en la observancia del sábado
lo guardaríamos de acuerdo con las enseñanzas de los fariseos.
Les dijimos a nuestros amigos que en cuanto a la observancia
del sábado, hemos estudiado el ejemplo y las enseñanzas de Cristo,
quien a menudo pasaba el sábado haciendo esfuerzos fervientes
para sanar y enseñar; que creíamos que una de nuestras hermanas
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que estaba cuidando a una familia enferma estaba guardando el
sábado tanto como quien dirigía una división de la escuela sabática;
que Cristo no pudo agradar a los fariseos de su tiempo, y que no
esperábamos que nuestros esfuerzos para servir al Señor satisficieran