Página 257 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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El sábado: principios guiadores para observarlo
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La importancia y la gloria del sábado
—Ayer (agosto 10 de
1851), que fue sábado, pasamos un día dulce y glorioso. El Señor se
reunió con nosotros. La gloria de Dios brilló sobre nosotros, y nos
sentimos regocijados y glorificamos a Dios por su excesiva bondad
hacia nosotros... Fui también tomada en visión...
Vi que sentimos y nos damos cuenta muy poco de la importancia
del sábado, día cuya importancia y gloria debemos conocer aún
más. Vi que ignorábamos todavía lo que era subir sobre las alturas
de la tierra para ser alimentados con la heredad de Jacob. Pero
cuando venga la refrescante lluvia tardía de la presencia del Señor
y conozcamos la gloria de su poder, sabremos qué es comer de la
heredad de Jacob y subir sobre las alturas de la tierra. Entonces
veremos el sábado más plenamente en su importancia y gloria.
Pero no lo veremos en toda su gloria e importancia hasta que
el pacto de paz sea consumado con nosotros a la voz de Dios, y
las puertas de perla de la nueva Jerusalén se abran y vuelvan a
cerrarse sobre sus relucientes goznes, y la voz alegre y jubilosa del
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amable Jesús resuene más melodiosamente que cualquier música
que alguna vez percibieron los oídos mortales, invitándonos a entrar.
[Vi] que teníamos perfecto derecho de estar en la ciudad porque
habíamos guardado los mandamientos de Dios, y el cielo, el dulce
cielo es nuestro hogar, porque hemos guardado los mandamientos
de Dios.—
Carta 3, 1851
.
Unos pocos sábados con la familia White
(Battle Creek, Míchigan) Sábado 1 de enero de 1859. Asistió
a la predicación, a un bautismo y a la Santa Cena
—Es el comien-
zo de un nuevo año. El Señor le dio a Jaime libertad el sábado de
tarde al predicar sobre la necesaria preparación para el bautismo
y para participar en la Cena del Señor. La congregación se sintió
conmovida. Durante el intervalo todos acudieron a las aguas, donde
siete personas siguieron a su Señor en el bautismo. Fue una reunión
poderosa y resultó del mayor interés. Dos hermanitas de unos once
años se bautizaron. Una, Cornelia C., oró mientras estaba en el agua
para que fuera preservada de la contaminación del mundo.
Por la tarde la iglesia siguió el ejemplo de su Señor, y los her-
manos se lavaron mutuamente los pies, y entonces participaron de