La visión de 1863 sobre la reforma pro salud
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(Nuestro Hogar), de Dansville, Nueva York. El vestido no llega a la
rodilla. Tengo que decir que este estilo de vestido se me mostró que
era demasiado corto.
Una tercera clase de mujeres, con una disposición gozosa, con
paso libre y elástico, pasó delante de mí. Sus vestidos eran del largo
que he descrito como adecuado, modesto y saludable. En todas las
circunstancias, tales como subiendo o bajando escaleras, etcétera, se
hallaba a unas pocas pulgadas por encima de la suciedad de la calle
y de las veredas.
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Como lo declaré anteriormente, el largo [del vestido] no me fue
dado en pulgadas...
Relación de la visión con su redacción y la práctica
Y aquí declaré que aun cuando dependo tanto del Espíritu del
Señor para redactar mis visiones como para recibirlas, las palabras
que utilizo para describir lo que veo son mis propias palabras, a
menos de que me sean dichas por un ángel, en cuyo caso siempre
las pongo entre comillas.
Al escribir sobre el asunto del vestido, la visión de estos tres
grupos revivió en mi mente con tanta claridad como cuando los
observaba en la visión; pero se me dejó describir el largo debido
del vestido en mi propio lenguaje, lo mejor que pudiera, lo cual
he hecho cuando digo que el borde del vestido debe llegar hasta
cerca del borde superior de una bota de mujer; y esto es necesario
para estar libre de la suciedad de la calle en las circunstancias antes
mencionadas.
Yo me puse un vestido cuyo largo era tan parecido al que había
visto y descrito, según yo lo podía juzgar. Mis hermanas en el norte
de Míchigan también lo adoptaron. Y cuando se llegó al tema de
las pulgadas [altura] a fin de asegurar la uniformidad en cuanto al
largo en todas partes se usó una regla, y se halló que el largo de los
vestidos fluctuaba a una altura del piso, entre 20 y 24 cm (8 a 10”)
Algunos de éstos eran un poco más largos que la muestra que me
fue presentada, mientras que otros eran un poco más cortos.—
The
Review and Herald, 8 de octubre de 1867
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