Página 286 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Mensajes Selectos Tomo 3
ignorancia voluntaria sobre este tema es pecado. Todos deben sentir
la obligación personal de poner en práctica las leyes del sano vivir.
¿A quién pertenecemos?
Muchos se apartan de la luz debido a alguna palabra de adver-
tencia que se ha dado, y preguntan: “¿No podemos hacer lo que
nos plazca con nosotros mismos?” ¿Os habéis creado a vosotros
mismos? ¿Habéis pagado vosotros el precio de la redención de vues-
tro cuerpo y de vuestra alma? Si es así, os pertenecéis a vosotros
mismos. Pero la Palabra de Dios declara: “Habéis sido comprados
por precio” (
1 Corintios 6:20
): “la sangre preciosa de Cristo”.
1
Pedro 1:19
. La Palabra de Dios nos dice claramente que debemos
guardar y dominar estrictamente nuestros hábitos naturales. “Que
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os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”.
1
Pedro 2:11
. ¿Lo haremos? La Palabra de Dios es perfecta, convierte
el alma. Si prestamos diligente atención a sus preceptos, nos confor-
maremos física y espiritualmente a la imagen de Dios.—
Carta 103,
1896
.
Obstáculos para el progreso mental y la santificación del alma
Dios exige continuo progreso de parte de su pueblo. Sus hijos
necesitan aprender que la complacencia del apetito es un obstáculo
para el progreso mental y la santificación del alma. Comemos dema-
siado, a pesar de toda la profesión que hacemos de la reforma pro
salud. La complacencia del apetito es la mayor causa de debilidad
física y mental, y esto es lo que produce mayormente debilidad y
muerte prematura. La intemperancia empieza en nuestras mesas
cuando usamos una combinación no juiciosa de alimentos. La perso-
na que trata de poseer pureza de espíritu debe recordar que en Cristo
hay poder para controlar el apetito.—
Manuscrito 73, 1908
.
A medida que nos acercamos al final de la historia de esta tierra,
prevalecen el egoísmo, la violencia y el crimen, como en los días de
Noé. Y la causa de esto es la excesiva complacencia de los apetitos y
pasiones. Se necesita, especialmente en este tiempo, una reforma en
los hábitos de vida, a fin de preparar a un pueblo para la venida de
Cristo. El Salvador mismo advierte a su iglesia: “Mirad también por