Página 304 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Mensajes Selectos Tomo 3
Las cosas espirituales se disciernen espiritualmente. Los que
no tienen una unión vital con Dios son llevados de aquí para allá;
le conceden el primer lugar a las opiniones de los hombres, y la
Palabra de Dios queda relegada a un lugar secundario. Aceptan
declaraciones humanas según las cuales el juicio contra el pecado es
contrario al carácter benévolo de Dios, y, al espaciarse en la infinita
benevolencia de Dios, se esfuerzan por olvidar que existe una cosa
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llamada justicia infinita.
Cuando tengamos ideas correctas del poder, la grandeza y la
majestad de Dios, y de la debilidad del hombre, despreciaremos
las pretensiones de sabiduría hechas por los así llamados grandes
hombres de la tierra, que no tienen nada de la nobleza del cielo en sus
caracteres. No hay nada por lo cual los hombres deban ser alabados
o exaltados. No hay ninguna razón por la cual debe confiarse en las
opiniones de los sabios, cuando están dispuestos a medir las cosas
divinas con sus propias concepciones pervertidas. Los que sirven
a Dios son los únicos cuya opinión y ejemplo son seguros para
seguir. Un corazón santificado despierta e intensifica las facultades
mentales. Una fe viva en Dios imparte energía, da calma y reposo al
espíritu y comunica fuerza y nobleza de carácter.
Dios puede obrar por encima de sus leyes
—Los hombres de
ciencia creen, en base a sus amplias concepciones, que pueden com-
prender la sabiduría de Dios, de lo que él ha hecho o puede hacer.
Prevalece mayormente la idea de que Dios está atado y restringido
por sus propias leyes. Los hombres, o niegan e ignoran la existencia
de Dios o creen que pueden explicar todas las cosas, aun la ope-
ración de su Espíritu en el corazón humano, por medio de leyes
naturales; y dejan de reverenciar su nombre o de temer su poder.
Aunque creen que lo ganan todo, están persiguiendo ilusiones y
perdiendo preciosas oportunidades de familiarizarse con Dios. No
creen en lo sobrenatural, y no se dan cuenta de que el Autor de
las leyes de la naturaleza puede obrar por encima de ellas. Niegan
las declaraciones de Dios, y descuidan los intereses de sus propias
almas; pero la existencia del Ser supremo, su carácter, sus leyes, son
hechos que no puede derribar el razonamiento de los hombres que
han hecho las más elevadas conquistas.
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La Palabra de la inspiración describe de esta manera el poder y
la majestad de Dios: “¿Quién midió las aguas con el hueco de su