Capítulo 46—La música y el director de música
El canto ahuyenta los poderes de las tinieblas
Vi que debemos estar elevándonos diariamente y mantener nues-
tra supremacía sobre los poderes de las tinieblas. Nuestro Dios es
poderoso. Vi que cantar para la gloria de Dios a menudo ahuyenta
al enemigo, y que alabar a Dios mantiene a éste en retirada y nos da
la victoria.—
Manuscrito 5, 1850
.
La mundanalidad en la música
No es seguro que los obreros de Dios tomen parte en las diver-
siones mundanas. Algunos que observan el sábado consideran que la
asociación con la mundanalidad en materia de música es inofensiva;
pero los tales se hallan en terreno peligroso. Satanás trata así de
desviar a hombres y mujeres, y en esta forma ha obtenido el dominio
sobre sus almas. Tan suave es la manera de obrar del enemigo, tan
insospechable parece, que no se perciben sus ardides, y muchos
miembros de iglesia se convierten en amantes de los placeres más
que de Dios.—
Manuscrito 82, 1900
.
Se me mostró el caso del Hno. U: que él sería una carga para la
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iglesia a menos que llegara a tener una relación más estrecha con
Dios. El se ha autoenvanecido. Si se hace alguna observación sobre
su proceder, se siente herido. Si cree que se ha preferido a otro en
lugar de él, lo toma como una injuria que se le ha hecho...
El Hno. U tiene un buen conocimiento de música, pero su edu-
cación musical ha sido de una naturaleza tal como para actuar en
un escenario más bien que para el solemne culto de Dios. El canto
es un acto de adoración a Dios en una reunión religiosa tanto como
lo es el hablar; y cualquier rareza o peculiaridad cultivada atrae la
atención de la gente y destruye la impresión seria y solemne que
debe ser el resultado de la música sagrada. Cualquier cosa extraña o
excéntrica en el canto desvía la mente del carácter serio y sagrado
del servicio religioso.
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