Los profetas bíblicos escribieron para nuestro tiempo
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días. Moisés todavía habla, enseñando la negación de sí mismo al
desear que él mismo fuera borrado del libro de la vida en favor de
sus semejantes, a fin de que ellos se salvaran. David encabeza la [el
acto de] intercesión de la iglesia a favor de la salvación de almas
hasta los confines de la tierra. Los profetas todavía testifican de los
sufrimientos de Cristo y de la gloria que debía seguir. Allí todas las
verdades acumuladas se nos presentan con fuerza para que aprove-
chemos sus enseñanzas. Estamos bajo la influencia de todas ellas.
¿Qué clase de personas debemos ser nosotros, a quienes ha sido dada
toda esta rica luz como herencia? Al concentrarse toda la influencia
del pasado con una luz nueva y acrecentada del presente, a todos los
que la siguen se les da un poder intensificado. Su fe aumentará y se
pondrá en ejercicio en el tiempo presente, despertando una energía
y un fervor intensamente ampliado; y en base a una dependencia de
Dios y de su poder, llenarán el mundo y enviarán la luz del Sol de
Justicia hasta los confines de la tierra.
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Dios ha enriquecido el mundo en estos días finales en proporción
al aumento de la impiedad, si sus hijos sólo echaran mano de su
don inapreciable y vincularan todo su interés con el Señor. No debe
haber ídolos acariciados, y no necesitamos temer lo que vendrá, sino
encomendar el cuidado de nuestras almas a Dios, como a un Creador
fiel. El guardará lo que se encomiende a su cuidado.—
Carta 74a,
1897
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