Ataques contra Elena G. de White y su obra
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He estado esperando para ver lo que Ud. haría publicando algo en
la revista para defender la verdad. Ud. ha tenido suficiente tiempo...
¿Por qué no hace justicia en favor del nombre y la reputación de
mi esposo, y por qué se mantiene en completo silencio permitiendo
que ruja el dragón?
No me preocupa mi propio caso; mi paz no es perturbada; pero
me preocupo por los atalayas a quienes Dios ha colocado sobre los
muros de Sión y que deben darle a la trompeta un sonido certero.
Ciertamente debe hacer algo por causa de Ud. mismo, por causa
de Cristo y por causa de la verdad. ¿Por qué no hace que la verdad
aparezca? ¿Por qué permanece tan silencioso como los muertos?
¿Es ésta la manera en que Ud. defiende la verdad?...
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La Sra. White es el tema de todos los oponentes
—La verdad
triunfará. Espero que se me hagan ataques hasta que venga Cristo.
Todo opositor de nuestra fe hace de la Sra. White su tema. Comien-
zan por oponerse a la verdad, y entonces dirigen sus ataques a mí. Si
lo que yo he hecho es malo, traigan ellos testimonio contra el mal...
Bien, los libros de Long y Gree
aparecieron, y figuran entre las
producciones más débiles y despreciables. Esperé que Ud. y otros
hablaran de las mismas, siendo que Ud. está en una posición de
responsabilidad como atalaya sobre los muros de Sión, y que debe
dar la advertencia al pueblo...
¿Por qué todo este celo contra mí?
—Las cosas se mueven
rápidamente, y ocurren acontecimientos extraños y alarmantes en
rápida sucesión. Estamos acercándonos al fin. Pregunto: ¿Por qué
todo este celo contra mí? Yo he cumplido la obra que el Señor me
dio para hacer. No he perjudicado a nadie. He hablado al errante las
palabras que Dios me ha dado. Por supuesto, no puedo obligarlos
a escuchar. Los que tuvieron el beneficio de las labores de Cristo
estaban tan airados contra el Señor como los enemigos están ahora
contra mí.
Sólo he hecho mi deber. He hablado porque me he visto obligada
a hablar. Ellos no me han rechazado a mí, sino a Aquel que me envió.
El me ha dado mi obra...
Soy vigilada, y cada palabra que escribo es criticada. Cada mo-
vimiento que hago es motivo de comentarios...
Dejo mi obra y sus resultados hasta que nos reunamos en torno
al gran trono blanco. ¿Podéis ver el Espíritu de Cristo en este asecho,