Capítulo 52—La impecabilidad y la salvación
La pretensión de impecabilida
Dice Juan, hablando del engañador que hace grandes milagros:
El hará una imagen de la bestia, y hará que todos reciban su marca.
¿Queréis considerar este asunto? Escudriñad las Escrituras, y ved.
Aparecerá un poder engañador, y será cuando los hombres pretendan
que poseen la santificación y santidad, elevándose más y más alto y
jactándose de sí mismos.
Mirad a Moisés y a los profetas; mirad a Daniel, a José y a Elías.
Mirad a estos hombres, y halladme una sola frase donde ellos hayan
pretendido alguna vez ser impecables. Precisamente el alma que
se halla en estrecha relación con Cristo, contemplando su pureza y
excelencia, caerá avergonzada delante de él.
Daniel era un hombre a quien Dios había dado gran capacidad y
conocimiento, y cuando ayunó, el ángel vino a verlo y le dijo: “Tú
eres muy amado”.
Daniel 9:23
. Y él cayó postrado delante del ángel.
No dijo: “Señor, he sido muy fiel a ti, y he hecho todas las cosas para
honrarte y defender tu palabra y tu nombre. Señor, tú sabes cuán fiel
he sido en la mesa del rey, y cómo mantuve mi integridad cuando
[404]
me echaron en el foso de los leones”. ¿Fue ésa la manera en que
Daniel oró a Dios?
No; él oró y confesó sus pecados, y dijo: Escucha, Señor, y
líbrame. Nos hemos apartado de tu palabra y hemos pecado. Y
cuando vio al ángel, dijo: Mi gracia se tornó en corrupción. No pudo
mirar la cara del ángel, y no quedaron en él fuerzas. Su fortaleza
lo había abandonado. Pero cuando el ángel vino a él cayó sobre
sus rodillas, y no lo pudo mirar. Luego el ángel vino a él con la
apariencia de un hombre, y entonces pudo resistir la escena.
Solamente los que están lejos de Cristo pretenden ser im-
pecables
—¿Por qué existen tantos que pretenden ser santos y sin
pecado? Es porque están muy lejos de Cristo. Yo nunca me he
atrevido a pretender una cosa semejante. Desde el tiempo en que
341