Página 355 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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El caso de los Hnos. Mackin
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escritos,
y también en el pequeño libro compuesto de una colección
de folletos, titulado,
Special Testimonies to Ministers and Workers
.
Hallamos que éste era un precioso volumen para nosotros. En él se
muestra cómo eran tratados antiguamente los hombres que fueron
llamados por Dios, etc.
El mensaje que el Señor me dio particularmente a mí era que
siguiera la vida de los apóstoles...
Entonces se leyeron varios pasajes bíblicos, incluyendo
Lucas
24
hasta el final del capítulo, terminando con estas palabras:
“Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con
gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo
a Dios. Amén”.
Ahora bien, yo enseñó que esta bendición que ellos recibieron
es la bendición de la santificación que el Señor les otorgó; y cuando
buscamos a Dios, somos pecadores, hasta que nos convertimos a él;
y si somos convertidos, elevamos nuestras oraciones con el poder de
la santificación para vivir vidas limpias y sanas. Esto
no
es la obra de
un instante;
no
es que “una vez santificados, siempre santificados”;
eso no es cierto. Pero debemos elevar nuestras peticiones tan intensa
[416]
y firmemente que recibamos la bendición. Ella tiene sobre nosotros
el mismo efecto fisiológico [que sobre los apóstoles]. ¡Oh, sólo
queremos alabar a Jesús, y esto nos hace tan amables y bondadosos
y suaves! Pero notamos que los discípulos no estaban listos aún
para salir con esa bendición a fin de hacer la obra por el Maestro.
El les dijo que se quedaran hasta que fueran investidos de poder
de lo alto. Entonces elevamos nuestra petición y proseguimos con
fe, y lo que nos animó fue el capítulo “El tiempo del zarandeo”, de
Primeros escritos
. Proseguimos por fe, hasta que grandes gotas de
sudor corrían por nuestra frente. Creyendo que el mismo poder que
tuvieron los discípulos era para nosotros hoy, nos sentimos animados
a perseverar.
La experiencia registrada en
Hechos 2
se repite
Cuando
esa bendición prometida vino sobre nosotros mientras elevábamos
nuestras peticiones a Dios, tuvimos la misma experiencia que se
registra en
Hechos 2
en el caso de los apóstoles. Cuando ese poder
prometido vino sobre nosotros, hablamos en otras lenguas como el
Espíritu nos daba que habláramos.