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Mensajes Selectos Tomo 3
En Toledo, cuando estábamos presentando nuestro mensaje en
la calle, un hombre, que era un polaco católico, se detuvo en la calle
mientras la Sra. Mackin estaba hablando; y cuando el Espíritu de
Dios vino sobre ella, y les habló por su medio en un idioma que ella
no podía entender, este caballero polaco exclamó: “Yo sé lo que esta
señora está hablando. Ella está hablando en mi propio idioma, acerca
de una gran calamidad que pronto ha de acontecer a esta ciudad”.
Un supuesto idioma extranjero
—
En otros casos, cuando uno
recibe esta bendición de hablar en lenguas, el Señor puede darme la
misma lengua, y podemos sostener una conversación en el idioma
que el Espíritu de Dios puede habernos dado que habláramos. Aun
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tres o cuatro personas pueden tomar parte en la conversación, y sin
embargo es un idioma extraño para ellos, y uno espera hasta que
el otro termina, y todo se hace en orden. Esta es la experiencia que
recibimos de acuerdo con la bendición prometida...
Si estamos engañados, lo estamos honradamente; pero si esto es
del Espíritu de Dios, queremos seguirlo...
El Espíritu nos dice que escudriñemos la Palabra: nos dice que
seamos fervientes, y que seamos cuidadosos acerca de nuestro ré-
gimen de alimentación; infórmenos exactamente de lo que Ud. ha
dicho.
Se reclama la posesión del don de profecía
—
Ahora bien, en
cuanto a mi esposa, el Espíritu obra por medio de ella, y nosotros
creemos que éste es el don de profecía que ha de ser derramado
sobre toda carne. Este Espíritu nos guía a la bondad y a la pureza
de vida, y no podemos entenderlo. Sabemos sólo lo que la Palabra
de Dios ha dicho: que estas experiencias vienen como resultado de
recibir la bendición del Espíritu de Dios...
La experiencia del congreso campestre
—
Antes de que fuéra-
mos al campamento donde se celebraba el congreso—no fuimos
hasta el viernes—, mi esposa y otras dos señoras (mi madre y otra se-
ñora, la Hna. Edwards, una cuñada del presidente de la asociación);
antes de llegar al campamento este último año, las tres buscaban al
Señor. Yo había ido a la ciudad para una diligencia; y el Espíritu
de Dios le dijo a ella (la Sra. Mackin) que fuera al campamento, y
cantara; y que allí le diría qué cantar.
Y ella lloró como un niño, y parecía que no podía soportarlo,
porque el Señor le mostró la condición de nuestro pueblo, que pronto