Experiencias en la recepción de visiones
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Entonces todo volvió a mi mente. ¿Ha de ser ésta mi residencia?
¿He venido acá de nuevo? ¡Oh, qué peso y qué carga vinieron sobre
mi alma!—
Manuscrito 16, 1894
.
Totalmente perdida para las cosas terrenales
—Cuando el Se-
ñor ve adecuado darme una visión, soy arrebatada a la presencia de
Jesús y los ángeles, y pierdo totalmente de vista las cosas terrenales
No puedo ver más nada que al ángel que me dirige. Mi atención a
menudo es dirigida a escenas que suceden sobre la tierra.
A veces me conduce muy adelante, al futuro, y se me muestra lo
que ha de ocurrir. Entonces de nuevo se me muestran las cosas que
han acontecido en el pasado.—
Spiritual Gifts 2:292, 1860
.
A veces recibo visiones mientras estoy consciente
—El viernes
20 de marzo me levanté temprano, alrededor de las tres y media de la
mañana. Mientras escribía acerca del capítulo 15 de Juan, de repente
una paz maravillosa vino sobre mí. Toda la habitación parecía estar
llena de la atmósfera del cielo. Una santa presencia parecía estar
en mi habitación. Abandoné mi pluma y estaba en una actitud de
espera para ver lo que el Espíritu me decía. No vi a ninguna persona.
No oía ninguna voz audible, pero un vigilante celestial parecía que
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estaba cerca a mi lado. Sentí que estaba en la presencia de Jesús.
La dulce paz y la luz que parecían llenar mi pieza me resultaba
imposible explicarlas o describirlas. Una atmósfera sagrada y santa
me rodeaba, y se presentaron a mi mente y a mi comprensión asuntos
de intenso interés e importancia. Se estableció una línea de acción
delante de mí como si la presencia invisible hablara conmigo. El
asunto del cual estaba escribiendo parecía perderse en mi mente,
y otro asunto se abrió distintamente delante de mí. Un gran pavor
parecía estar sobre mí mientras algunos asuntos eran impresionados
en mi mente.—
Manuscrito 12c, 1896
.
Otra visión mientras escribía
—Me levanté temprano el jueves
por la mañana, alrededor de las dos, y estaba escribiendo activamente
sobre la vid verdadera, cuando sentí una presencia en mi habitación,
como en muchas otras ocasiones anteriores, y perdí todo recuerdo de
lo que me rodeaba. Parecía estar en la presencia de Jesús. El estaba
comunicándome aquello en que debía ser instruida. Todo era tan
claro que no podía entenderlo mal.
Yo debía de ayudar a alguien de quien pensaba que nunca más
debía preocuparme. No podía entender lo que significaba, pero de