Página 447 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Apéndice C
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Finalmente se arregló un procedimiento. Cada mañana a las nue-
ve, dos de los traductores alemanes, dos de los traductores franceses,
el pastor Whitney, la Hna. Davis y yo mismo nos reuníamos en la
sala editorial, y leíamos y comentábamos un capítulo tras otro del
libro en inglés. Los traductores, al reconocer un pasaje difícil, deja-
ban de leer y discutían entre ellos mismos las palabras que usarían
en francés y en alemán. Frecuentemente el pastor Whitney detenía
la lectura, y decía: “Juan, ¿cómo traduciría Ud. esto?” Entonces se
dirigía al pastor Au Franc, y le decía: “¿Está Ud. de acuerdo con
esto?” Si se daba cuenta de que no entendía en forma completa
el texto en inglés, la Hna. Davis y el Hno. Whitney discutían su
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significado, y entonces los traductores proponían otra traducción.
Cuando llegamos a los capítulos que se relacionan con la Re-
forma en Alemania y en Francia, los traductores comentaban sobre
la forma apropiada de elegir los acontecimientos históricos que la
Hna. White había seleccionado, y en dos casos yo recuerdo, ocurría
que había otros sucesos de una importancia similar que ella no había
mencionado. Cuando esto se presentaba a su atención, ella solicitaba
que el asunto le fuera presentado para que pudiera considerar la
importancia de los sucesos que habían sido mencionados. La lectura
de historia refrescaba en su mente lo que ella había visto, después
de lo cual redactaba una descripción del acontecimiento.
Cuando visitamos a Zurich con mi madre, su mente despertó al
ver la vieja catedral y la plaza del mercado, y habló de estos lugares
como eran en los días de Zwinglio.
Durante sus dos años de residencia en Basilea, ella visitó muchos
lugares donde ocurrieron acontecimientos de especial importancia
en los días de la Reforma. Esto refrescaba su memoria en cuanto a las
cosas que había visto, y la inducía a hacer importantes ampliaciones
en esas porciones del libro que trataban de los días de la Reforma...
Con amables saludos cristianos, me despido,
Sinceramente su hermano en Cristo,
W. C. White
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