Página 105 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Pruebas peculiares
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ocurrieron muchas de las circunstancias desagradables. Dios sanará
su espíritu herido, si él se lo permite. Pero al hacerlo, tendrá que
enterrar el pasado. No debiera hablar más ni escribir acerca de él.
A Dios le desagrada categóricamente que mi esposo vuelva
a contar sus dificultades y sus agravios peculiares del pasado. Si
hubiera considerado estas cosas pensando que no le fueron hechas a
él, sino al Señor, de quien él es instrumento, entonces habría recibido
una gran recompensa. Pero él ha interpretado las murmuraciones
de sus hermanos como cometidas contra sí mismo, y se ha sentido
llamado a explicarles a todos cuán equivocado y perverso era que se
quejaran de él cuando no merecía la censura y el abuso de ellos.
Si mi esposo hubiera sentido que podía dejar todo este asunto
con el Señor, y que las murmuraciones y negligencias de ellos eran
contra el Maestro en vez de ser contra el siervo que está al servicio
del Maestro, no se habría sentido tan agraviado, y esto no lo habría
herido. Debiera haber dejado esto con el Señor, cuyo siervo él es,
para que Dios peleara sus batallas en su favor y para que vindicase su
causa. Entonces habría finalmente recibido una preciosa recompensa
por todos sus sufrimientos por la causa de Cristo.
Vi que mi esposo no tendría que explayarse en los hechos dolo-
rosos de nuestra experiencia. Ni debiera escribir sobre los agravios
sufridos, sino mantenerse tan lejos de ellos como es posible. El
Señor sanará las heridas del pasado si él aparta su atención de ellas.
“Porque esta leve y momentánea tribulación, produce una eterna
gloria, que supera toda comparación. Así, fijamos nuestros ojos,
no en lo que se ve, sino en lo que no se ve. Porque lo que se ve
es temporal, pero lo que no se ve es eterno”.
2 Corintios 4:17, 18
(NRV)
. Cuando sus hermanos que han cometido errores los con-
fiesan, él debiera aceptar las confesiones y generosa y noblemente,
tratar de animar a aquellos que han sido engañados por el enemigo.
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Debiera cultivar un espíritu perdonador y no detenerse en las faltas
y errores de otros, porque al hacerlo no sólo debilita su propia alma,
sino que tortura la mente de sus hermanos que han errado, cuando
quizás han hecho todo lo que podían hacer mediante la confesión
para corregir sus errores pasados. Si Dios ve necesario que se les
presente alguna porción de su conducta pasada, para que puedan
comprender cómo evitar errores en el futuro, él hará esta obra; pero
mi esposo no debiera confiar que él mismo puede hacerlo, porque