Página 107 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Parábolas de los perdidos
La oveja perdida
Se me remitió a la parábola de la oveja perdida. Se deja a las
noventa y nueve en el desierto, y se inicia la búsqueda de aquella
que se extravió. Cuando se la encuentra, el pastor la pone sobre sus
hombros y regresa gozoso. No lo hace murmurando ni censura a la
pobre oveja perdida por haberle causado tantas molestias, sino que
regresa lleno de alegría con el peso de ésta sobre sus hombros.
Y se requiere una demostración de gozo aún mayor. Se llama a
los amigos y vecinos para que se regocijen con el pastor, “porque
he encontrado mi oveja que se había perdido”. El haber hallado la
oveja perdida constituye el motivo del regocijo; nadie se interesa
más en el hecho de que se haya extraviado, porque el gozo de ha-
berla encontrado de nuevo supera la pena de la pérdida y todos los
cuidados, perplejidades y peligros que se afrontaron al buscar a la
oveja perdida y al traerla de nuevo a un lugar seguro. “Os digo que
así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que
por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”.
Lucas 15:6, 7
.
La dracma perdida
La dracma perdida representa a los pecadores extraviados y
errantes. El cuidado con que la mujer buscó la dracma perdida les
enseña a los seguidores de Cristo una lección con respecto a su
deber hacia los que yerran y se extravían de la senda recta. La mujer
encendió su candil para tener más luz, luego barrió la casa y buscó
diligentemente hasta encontrar la moneda.
Aquí se define claramente cuál es el deber de los cristianos
hacia aquellos que necesitan ayuda porque se han apartado de Dios.
No se debe abandonar en las tinieblas y el error a aquellos que
han errado, sino que deben emplearse todos los medios de que se
disponga para traerlos de nuevo a la luz. Se enciende el candil
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