Página 11 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Los tiempos del tomo tres
En 1872, cuando fue escrito el primer Testimonio del tomo 3,
todo el esfuerzo denominacional de los adventistas del séptimo día
se concentraba en los Estados Unidos, y mayormente se llevaba a
cabo en los estados del centro y del noreste del país. Había ochenta y
seis ministros ordenados y licenciados que predicaban el mensaje y
supervisaban la obra. Teníamos y operábamos una casa publicadora
y una pequeña institución médica, ambas en Battle Creek, Míchi-
gan. Durante un cuarto de siglo Dios había conducido a su pueblo
tan rápidamente como ellos pudieron avanzar inteligentemente y al
unísono; primero hacia una clara comprensión de las doctrinas ense-
ñadas en la Palabra, luego en la comprensión de su responsabilidad
de publicar el mensaje; después hacia la organización de la iglesia;
y por fin hacia una mejor manera de vivir. Pero la iglesia tenía ante
sí nuevas experiencias y grandes oportunidades para avanzar. Los
consejos del tomo 3 preparan el camino para ello.
Durante los críticos veinticinco años previos, el pastor Jaime
White había sido el dirigente de la nueva causa. Él había comen-
zado la obra de publicaciones, trabajado incansablemente para la
organización de la iglesia, establecido la obra médica, y había per-
manecido a la cabeza tanto de la línea administrativa como de la
editorial. Había ido a la vanguardia preparando el camino. Con su
aguda previsión financiera y su devoción total a la iglesia en creci-
miento, fue reconocido como el líder. Siendo éste el caso, era natural
que otros no advirtiesen que debían adelantarse y asumir respon-
sabilidades en las diversas empresas de la creciente denominación.
Este tomo comienza con una discusión sobre este problema y una
apelación para que portadores de la carga asumieran el trabajo en la
sede central y aliviaran a Jaime White, que estaba quebrantándose
bajo el peso. Vez tras vez, a lo largo de este tomo, se hace referencia
a la obra en expansión, al aumento de las responsabilidades, y a la
necesidad de hombres más jóvenes que asumieran el mando y lleva-
ran las cargas. Se enunciaron claramente los riesgos de considerar a
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