Página 142 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
maestros, y se los ha de instruir para que comprendan lo conveniente
que es escuchar sus consejos. Entonces, cuando se aparten de la
mano guiadora de sus padres y maestros, su carácter no será como
el junco que tiembla bajo el viento.
En el caso de que no se les enseñe a los jóvenes a pensar debi-
damente y actuar por su cuenta, en la medida en que lo permitan su
capacidad e inclinación mental, a fin de que por este medio pueda
desarrollarse su pensamiento, su sentido de respeto propio, y su
confianza en su propia capacidad de obrar, el adiestramiento severo
producirá siempre una clase de seres débiles en fuerza mental y
moral. Y cuando se hallen en el mundo para actuar por su cuenta,
revelarán el hecho de que fueron adiestrados como los animales,
y no educados. Su voluntad, en vez de ser guiada, fue forzada a
someterse por la dura disciplina de padres y maestros.
Aquellos padres y maestros que se jactan de ejercer el dominio
completo de la mente y la voluntad de los niños que están bajo su
cuidado, dejarían de jactarse si pudieran ver la vida futura de los
niños así dominados por la fuerza o el temor. Carecen casi comple-
tamente de preparación para compartir las severas responsabilidades
de la vida. Cuando estos jóvenes ya no estén bajo el cuidado de
sus padres y maestros, y estén obligados a pensar y actuar por su
cuenta, es casi seguro que seguirán una conducta errónea y cederán
al poder de la tentación. No tienen éxito en esta vida; y se advierten
las mismas deficiencias en su vida religiosa. Si los instructores de
los niños y los jóvenes pudieran ver desplegados delante de ellos
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el resultado futuro de su disciplina errónea, cambiarían su plan de
educación. Esa clase de maestros que se congratulan de dominar casi
por completo la voluntad de sus alumnos, no son los que tienen más
éxito, aunque momentáneamente las apariencias sean halagadoras.
Dios no quiso nunca que una mente humana estuviera bajo el
dominio completo de otra. Los que se esfuerzan por que la indi-
vidualidad de sus alumnos se funda en la suya, para ser mente,
voluntad y conciencia de ellos, asumen terribles responsabilidades.
Estos alumnos pueden, en ciertas ocasiones, parecerse a soldados
bien adiestrados. Pero, cuando se elimine la restricción, no actuarán
en forma independiente, basados en principios firmes que existan
en ellos. Los que tienen por objeto educar a sus alumnos para que
vean y sientan que tienen dentro de ellos el poder de ser hombres