Página 191 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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El instituto de salud
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Cristo, y mediante su poder y su gracia podemos tener la fuerza para
vencer nuestros errores, nuestros pecados, nuestras imperfecciones
de carácter, y salir victoriosos, habiendo lavado nuestras ropas en la
sangre del Cordero.
El Dr. B debiera tratar de ampliar diariamente su cúmulo de
conocimiento y cultivar modales corteses y refinados. En sus charlas
en el salón [del sanatorio] se siente demasiado inclinado a descender
a un nivel bajo, lo cual no ejerce una influencia elevadora. Debiera
recordar que está asociado con toda clase de mentes y que las impre-
siones que él dé se extenderán a otros lugares del país y se reflejarán
sobre el Instituto. Tratar con hombres y mujeres cuyas mentes y
cuerpos están enfermos es una obra delicada. Los médicos del Ins-
tituto necesitan gran sabiduría a fin de curar el cuerpo mediante la
mente. Pero pocos comprenden el poder que la mente tiene sobre el
cuerpo. Gran parte de las enfermedades que afligen a la humanidad
se originan en la mente y sólo pueden curarse restaurando la mente
a la salud. Hay muchos más que los que nos imaginamos que están
enfermos mentalmente. La enfermedad del corazón crea muchos
dispépticos, porque los problemas mentales tienen una influencia
paralizante sobre los órganos digestivos.
A fin de alcanzar a esta clase de pacientes, el médico debe tener
discernimiento, paciencia, bondad y amor. Un corazón resentido,
enfermo, una mente desanimada, necesita un tratamiento suave, y
esta clase de mentes puede ser sanada por medio de una compasiva
solidaridad. Los médicos primero deberían ganar la confianza de
ellos, y luego señalarles al Médico que todo lo sana. Si sus mentes
pueden ser dirigidas al Portador de las cargas, y pueden tener fe de
que él se interesará en ellos, la curación de sus cuerpos y mentes
será segura.
Otras instituciones de salud están mirando con una actitud celosa
al Instituto de Salud en Battle Creek. Ellos trabajan desde el punto
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de vista mundano, mientras que los gerentes del Instituto de Salud
trabajan desde un punto de vista religioso, reconociendo a Dios
como su propietario. No trabajan egoístamente sólo en busca de
recursos, sino por causa de Cristo y de la humanidad. Están tratando
de beneficiar a la humanidad sufriente, sanar la mente enferma como
también el cuerpo sufriente, dirigiendo a los dolientes a Cristo, el
Amigo del pecador. No descartan la religión, sino que confían en