Página 24 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
Señor, y que el hecho de que él viva es un milagro de su misericordia,
no con el propósito de acumular nuevamente sobre sí las cargas bajo
las cuales una vez cayó, sino para que el pueblo de Dios pueda
beneficiarse con su experiencia en promover los intereses generales
de la causa, y en conexión con la obra que el Señor me ha dado y
con la carga que él ha puesto sobre mí para que yo la lleve.
Hermano A, usted debiera ejercer gran cuidado, especialmen-
te en Battle Creek. Al platicar con otros, su conversación debiera
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versar sobre los temas más importantes. Tenga cuidado de respaldar
el precepto con el ejemplo. Éste es un puesto importante y reque-
rirá esfuerzos. Mientras usted esté aquí, debiera tomar tiempo para
examinar las muchas cosas que necesitan hacerse y que requieren
reflexión solemne, atención cuidadosa, y la oración más ferviente
y fiel. Usted debiera sentir un interés tan grande en las cosas rela-
cionadas con la causa, con el trabajo en el Instituto de Salud y con
la oficina de publicaciones, como el que siente mi esposo; usted
debiera sentir que la obra es suya. Usted no puede hacer el trabajo
que Dios ha capacitado especialmente a mi esposo para que haga,
ni él puede hacer el trabajo que Dios ha capacitado especialmente
a usted para que cumpla. Sin embargo, los dos juntos, unidos en
armoniosa labor, usted en su oficina y mi esposo en la suya, pueden
lograr mucho.
La obra en la cual tenemos un interés común es grande; y cier-
tamente son pocos los obreros eficientes, voluntarios y que llevan
cargas. Dios le dará fuerza, mi hermano, si usted avanza y espera en
él. Nos dará a mi esposo y a mí fuerzas en nuestro trabajo unido,
si hacemos todo para su gloria, de acuerdo con nuestra capacidad y
energía para trabajar. Usted debería estar ubicado donde tenga una
oportunidad más favorable para ejercitar su don de acuerdo con la
capacidad que Dios le ha dado. Debiera confiar completamente en
Dios y darle una oportunidad para enseñarle, dirigirlo e impresio-
narlo. Usted siente un profundo interés en la obra y en la causa de
Dios, y necesita acudir a él en busca de luz y dirección. Él le dará
luz. Pero, como embajador de Cristo, se requiere que usted sea fiel,
que corrija los errores con mansedumbre y amor, y sus esfuerzos no
resultarán infructuosos.
Desde que mi esposo se recuperó de su debilidad, hemos traba-
jado fervientemente. No hemos considerado nuestra conveniencia