Página 23 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Una apelación a los que llevan cargas
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pero se la debería compartir equitativamente con mucha reflexión y
oración ferviente.
Durante la enfermedad de mi esposo, el Señor probó a su pueblo
para revelar lo que estaba en sus corazones; y al hacerlo les mostró
lo que ellos desconocían que había en su corazón y que no estaba de
acuerdo con el Espíritu de Dios. Las circunstancias angustiosas bajo
las cuales fuimos colocados hicieron salir del interior de nuestros
hermanos aquellas cosas que de otro modo nunca habrían sido reve-
ladas. El Señor demostró a su pueblo que la sabiduría del hombre es
necedad, y que a menos que posean una firme confianza en Dios y
dependencia de él, los planes y cálculos demostrarán ser un fraca-
so. Debemos aprender de todas estas cosas. Si se cometen errores,
debieran enseñarnos e instruirnos, pero no llevarnos a rehuir las
cargas y responsabilidades. Los siervos de Dios debieran asumir un
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compromiso individual donde hay mucho en juego, y donde deben
considerarse asuntos de vital importancia y resolverse cuestiones
importantes. No pueden deponer la carga y al mismo tiempo hacer
la voluntad de Dios. Algunos ministros son deficientes en su capaci-
tación necesaria para fortalecer las iglesias, y no están dispuestos a
gastarse en la causa de Dios. No tienen una disposición para darse
enteramente a la obra, con interés indiviso y celo sin mengua, con
incansable paciencia y perseverancia. Con estas virtudes en ejercicio
activo, las iglesias deberían mantenerse en orden, y las labores de
mi esposo no serían tan pesadas. No todos los ministros recuerdan
constantemente que el trabajo debe resistir la inspección del juicio,
y que todo hombre será recompensado según hayan sido sus obras.
Hermano A, usted tiene una responsabilidad que cumplir con
respecto al Instituto de Salud
Usted debiera meditar, debiera re-
flexionar. Frecuentemente el tiempo que usted ocupa en la lectura
es el mejor para reflexionar y estudiar lo que debe hacerse a fin de
poner las cosas en orden en el Instituto y en la oficina. Mi esposo
asume estas cargas porque ve que alguien debe hacer el trabajo para
estas instituciones. Cuando otros no toman el liderazgo, él cubre la
brecha y suple la deficiencia.
Dios le ha informado y advertido a mi esposo respecto a la
preservación de su fuerza. Se me mostró que él fue criado por el
Más tarde conocido como el Sanatorio de Battle Creek.