Página 258 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
otros; pero sus ojos están tan cegados por el dios de este mundo que
no puede discernir esta preciosa gema: la bendición que se recibe al
hacer bien, al ser rico en buenas obras, listo para distribuir, dispuesto
a comunicar, colocando para usted un buen fundamento contra el
tiempo venidero, para que pueda echar mano de la vida eterna. Usted
está poniendo en peligro su alma al no valerse de oportunidades
preciosas para asegurarse el tesoro celestial. ¿Es usted realmente
más rico con su tacañería, con su administración mezquina? Dios lo
está probando, y usted debe determinar si saldrá como oro o como
escoria sin valor. Si esta noche se cerrara su tiempo de prueba,
¿cómo estaría el registro de su vida? No podría llevar consigo ni
un centavo de lo que haya ganado. Lo acompañaría la maldición de
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cada acto injusto. Su perspicacia en los negocios, cuando sea vista
en el espejo que Dios le presentará, no hará que se alabe a sí mismo.
La codicia es idolatría.
Su única esperanza es humillar su corazón ante Dios. “Porque ¿qué
aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”
Mateo 16:26
. Le
ruego, no cierre sus ojos a su peligro. No sea ciego a los intereses
superiores del alma, a las benditas y gloriosas perspectivas de la vida
mejor. Los ansiosos y agobiados buscadores de ganancia mundanal
son ciegos y dementes. Se apartan del tesoro inmortal, imperecedero,
por preferir a este mundo. El brillo y el oropel de este mundo cautivan
sus sentidos, y las cosas eternas no son valoradas. Trabajan por lo
que no satisface y gastan su dinero en lo que no es pan, cuando Jesús
les ofrece paz y esperanza y bendiciones infinitas, por una vida de
obediencia. Todos los tesoros de la tierra no serían suficientemente
valiosos para comprar estos dones preciosos. Sin embargo muchos
son dementes y se apartan del atractivo celestial. Cristo conservará
los nombres de todos aquellos que consideran que no hay sacrificio
demasiado costoso para serle ofrecido sobre el altar de la fe y el amor.
Él sacrificó todo por la humanidad caída. Los nombres del obediente,
el abnegado y el fiel serán grabados sobre las palmas de sus manos;
no serán arrojados de su boca, sino que serán tomados en sus labios,
y él rogará en forma especial en su favor ante el Padre. Cuando el
egoísta y el orgulloso sean olvidados, ellos serán recordados; sus
nombres serán inmortalizados. A fin de que nosotros seamos felices,
debemos vivir para hacer felices a otros. Será para nuestro beneficio