Página 29 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Una apelación a los que llevan cargas
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estado avanzado actual en la reforma, seríamos muy pacientes con
ellos, y les permitiríamos avanzar paso por paso, como lo hemos
hecho nosotros, hasta que sus pies estén firmemente establecidos
sobre la plataforma de la reforma pro salud. Pero debiéramos ser
muy cautelosos en no avanzar demasiado rápido, a menos que nos
veamos obligados a desandar nuestros pasos. En las reformas sería
mejor quedar un paso detrás de la marca que ir un paso después de
ella. Y si se comete algún error, que sea del lado cercano a la gente.
Sobre todas las cosas, con nuestra pluma no debiéramos defender
posiciones que no ponemos a prueba en forma práctica en nuestras
propias familias, sobre nuestras propias mesas. Esto es un disimulo,
una especie de hipocresía. En Míchigan podemos arreglarnos mejor
prescindiendo de sal, azúcar y leche, que muchos de los que viven
en el extremo Oeste o en el lejano Este, donde hay escasez de fruta.
Pero hay muy pocas familias en Battle Creek que no consuman estos
productos. Sabemos que un uso abundante de estas cosas es posi-
tivamente dañino para la salud, y pensamos que en muchos casos,
si no se usaran en absoluto, se disfrutaría de un estado de salud
mucho mejor. Pero actualmente no nos sentimos preocupados por
estas cosas. La gente está tan atrasada que consideramos que todo
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lo que ellos pueden sobrellevar es que tracemos la línea señalando
sus indulgencias perjudiciales y narcóticos estimulantes. Damos
testimonio positivo contra el tabaco, los licores espirituosos, el rapé,
el té, el café, las carnes [de distintos animales], la manteca, las es-
pecias, los pasteles con grasa, los bizcochos o pasteles rellenos de
fruta picada y carne o grasa de animales, una gran cantidad de sal, y
todas las sustancias estimulantes usadas como artículos de alimento.
Si encontramos personas que no han recibido luz en cuanto a la
reforma pro salud, y presentamos primero nuestros puntos de vista
más fuertes, hay peligro de que se desanimen al ver cuánto tienen
que abandonar, y en consecuencia no harán ningún esfuerzo para
reformarse. Debemos conducir a la gente paciente y gradualmente,
recordando el hoyo del cual nosotros fuimos sacados.
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