Página 350 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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La gran rebelión
Coré, Datán y Abiram se rebelaron contra Moisés y Aarón, y
por ende contra el Señor. El Señor había colocado responsabilidades
especiales sobre Moisés y Aarón al seleccionarlos para el sacerdocio
y al conferirles la dignidad y la autoridad de dirigir la congregación
de Israel. Moisés se sentía afligido por la continua rebelión de los
hebreos. Como dirigente visible y designado por Dios, había estado
relacionado con los israelitas durante tiempos de peligro, y había so-
portado sus descontentos, sus celos y murmuraciones sin represalias
y sin tratar de verse libre de su cargo difícil.
Cuando los hebreos fueron colocados en escenas de peligro o en
las que se restringía su apetito, en vez de confiar en Dios, que había
hecho cosas maravillosas para ellos, murmuraban contra Moisés. El
Hijo de Dios, aunque invisible para la congregación, era el dirigente
de los israelitas. Su presencia iba delante de ellos y conducía todos
sus viajes, mientras que Moisés era su líder visible, quien recibía
instrucciones del Ángel, que era Cristo.
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