Página 414 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
respecto de las cosas de esta vida. Economizan, privándose ellos
mismos y a otros, del bien que podrían recibir por el uso correcto de
los medios que Dios les ha prestado, y se tornan egoístas y avarien-
tos. Descuidan sus intereses espirituales, y su desarrollo religioso se
atrofia; todo por el afán de acumular riquezas que no pueden usar.
Dejan su propiedad a sus hijos, y en nueve casos de cada diez es
para sus herederos una maldición aun mayor de lo que ha sido para
ellos. Los hijos, confiados en las propiedades de sus padres, con
frecuencia no alcanzan a tener éxito en esta vida, y generalmente
fracasan completamente en lo que respecta a obtener la vida veni-
dera. El mejor legado que los padres pueden dejar a sus hijos es un
conocimiento del trabajo útil y el ejemplo de una vida caracterizada
por la benevolencia desinteresada. Por una vida tal demuestran el
verdadero valor del dinero, que debe ser apreciado únicamente por
el bien que realizará al aliviar las necesidades propias y ajenas y al
adelantar la causa de Dios.
Algunos están dispuestos a dar de acuerdo con lo que tienen, y
piensan que Dios no tiene más derecho sobre ellos porque no tienen
grandes recursos. No tienen entradas de las cuales puedan ahorrar
después de gastar en lo necesario para su familia. Pero muchos
de ellos pueden preguntarse: ¿Estoy dando de acuerdo a lo que
podría haber tenido? Dios quiso que pusieran a contribución las
facultades de su cuerpo y mente. Algunos no han perfeccionado
al máximo la habilidad que Dios les ha dado. El trabajo ha sido
asignado al hombre. Se lo relacionó con la maldición, porque así
lo hizo necesario el pecado. El bienestar físico, mental y moral del
hombre hace necesaria una vida de trabajo útil. “En el trabajo no
seáis perezosos” (
Romanos 12:11 (NRV)
), es la recomendación del
inspirado apóstol Pablo.
Nadie, sea rico o pobre, puede glorificar a Dios por una vida de
indolencia. Todo el capital que tienen muchos pobres está constituido
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por su tiempo y su fuerza física, y con frecuencia los malgastan por
amor a la comodidad y a la indolencia negligente, de manera que
no tienen nada que llevarle a su Señor en diezmos y ofrendas. Si
los cristianos carecen de sabiduría para hacer que su trabajo rinda la
mayor utilidad y para hacer una aplicación juiciosa de sus facultades
físicas y mentales, deben tener mansedumbre y humildad para recibir
el consejo de sus hermanos, a fin de que el mejor juicio de ellos supla