Página 422 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
naciones! Su extenso conocimiento de los campos misioneros nos
daría acceso a los que hablan otros idiomas y a quienes no podemos
acercarnos ahora. Dios trajo este don a nuestro medio para hacer
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frente a nuestra emergencia actual; pero no apreciamos el don, y
nos lo quitó. Ella descansa de sus labores, pero sus obras de abne-
gación la siguen. Es deplorable que nuestra obra misionera quede
rezagada por falta del conocimiento necesario para lograr acceso a
las diferentes naciones y localidades de la gran mies mundial.
Sentimos angustia de espíritu porque hemos perdido algunos de
los dones que podríamos tener ahora si hubiéramos estado despiertos.
Se ha impedido a los obreros que penetraran en la mies ya blanca.
Incumbe a los hijos de Dios humillar su corazón delante de él, y en la
más profunda humillación rogar al Señor que perdone nuestra apatía
y complacencia egoísta y borre el vergonzoso registro de los deberes
descuidados y privilegios no aprovechados. En la contemplación de
la cruz del Calvario, el verdadero cristiano abandonará la idea de
restringir sus ofrendas a lo que no le cuesta nada y oirá en sonidos
como de trompeta:
“Ve, trabaja en mi viña;
pronto podrás descansar”.
Cuando Jesús estaba por ascender al cielo, señaló los campos de
la mies y dijo a sus seguidores: “Id por todo el mundo y predicad
el evangelio”.
Marcos 16:15
. “De gracia recibisteis, dad de gracia”.
Mateo 10:8
. ¿Nos negaremos a nosotros mismos para que se pueda
recoger la mies que se pierde?
Dios pide talentos de influencia y recursos. ¿Nos negaremos a
obedecer? Nuestro Padre celestial concede dones y solicita que le
sea devuelta una porción para probarnos si somos dignos de recibir
el don de la vida eterna.
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la había enviado, de manera que regresó a los Estados Unidos. En Battle Creek encontró
que su capacidad y sus talentos no fueron plenamente apreciados ni utilizados.