Página 425 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Benevolencia sistemática
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no habría necesidad de urgentes pedidos de recursos en nuestras
grandes asambleas. Estoy plenamente convencida de que no es
el mejor plan insistir en la cuestión de los recursos materiales en
nuestras reuniones campestres. Hombres y mujeres que aman la
causa de Dios como a sus propias vidas harán promesas en esas
ocasiones, cuando sus familias deben sufrir por los mismos medios
que ellos han prometido dar para promover la causa. Nuestro Dios
no es un supervisor exigente y no le pide a un hombre pobre que
dé a la causa recursos que pertenecen a su familia y que debieran
usarse para vivir cómodamente y por encima de las necesidades
apremiantes.
Los pedidos de recursos materiales en nuestros grandes campes-
tres han sido acompañados hasta ahora de resultados aparentemente
buenos en lo que a los ricos se refiere. Pero tenemos temor del
resultado de un esfuerzo continuo por reabastecer de ese modo la
tesorería. Tememos que habrá una reacción. Debiera realizarse un
esfuerzo mayor de parte de hombres responsables para que todos
sigan el plan dispuesto por Dios. Si se práctica la benevolencia siste-
mática, en los campestres no serán necesarios los pedidos urgentes
de recursos para diversas empresas.
Dios ha ideado un plan por el cual todos pueden dar según él
los ha prosperado, y que hará un hábito de la práctica de dar, sin
esperar pedidos especiales. Aquellos que pueden hacer esto, pero
que no lo hacen debido a su egoísmo, están robando a su Creador,
quien les ha concedido medios para invertir en su causa a fin de
promover sus intereses. Mientras haya quienes no practiquen el plan
de la benevolencia sistemática, no se estará a la altura de la norma
apostólica. Aquellos que ministran en palabra y doctrina debieran ser
hombres de criterio. Cuando hacen apelaciones generales, debieran
estar informados acerca de la capacidad de los que responden a
sus pedidos, y no permitir que los pobres hagan grandes promesas.
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Después que un hombre ha consagrado cierta suma al Señor, siente
que es sagrada, que está dedicada a un uso santo. Esto es cierto,
y por lo tanto nuestros hermanos que predican debieran estar bien
informados de quiénes aceptan promesas.
Cada miembro de las diferentes familias en nuestras iglesias,
que cree en la verdad, puede desempeñar una parte en su progreso
adoptando alegremente la benevolencia sistemática. “Cada uno de