Página 426 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
vosotros ponga aparte algo [por sí mismo en la casa]... para que
cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”.
1 Corintios 16:2
.
No se planeó que los ministros de Dios, como parte de su trabajo,
tuvieran la responsabilidad de instar a las personas a dar de sus
medios. La responsabilidad debiera descansar sobre cada individuo
que disfruta de creer la verdad. “Cada uno de vosotros ponga aparte
algo, según haya prosperado”. Cada miembro de la familia, desde el
mayor hasta el menor, puede participar en esta obra de benevolencia.
Las ofrendas de los niñitos pueden ser aceptables y agradables a
Dios. Según el espíritu que motiva los dones será el valor de la ofren-
da. Los pobres, al seguir la norma del apóstol y colocar una pequeña
suma cada semana, ayudan a acrecentar la tesorería, y sus dones
son enteramente aceptables a Dios, porque ellos hacen sacrificios
tan grandes o aún mayores que sus hermanos más ricos. El plan de
benevolencia sistemática demostrará ser una salvaguardia para toda
familia contra la tentación de gastar recursos en cosas innecesarias,
y especialmente será una bendición para los ricos protegiéndolos de
caer en extravagancias.
Cada semana las demandas de Dios a cada familia son recordadas
por cada uno de sus miembros al cumplir plenamente con el plan;
y al negarse ellos algún gasto superfluo a fin de tener recursos para
depositar en la tesorería, se graban en el corazón lecciones de valor
en materia de abnegación para la gloria de Dios. Una vez por semana
cada uno enfrenta cara a cara los hechos de la semana anterior, los
ingresos que podría haber tenido si hubiera sido económico y los
medios que no tiene debido a la complacencia propia. Su conciencia
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es presentada, por así decirlo, ante Dios, y lo encomia o lo acusa.
Aprende que si quiere retener la paz de su mente y el favor de Dios
debe comer y beber y vestir para su gloria.
El dar en forma sistemática y liberal de acuerdo con el plan
[divino] mantiene abierto el canal del corazón. Nos colocamos en
conexión con Dios, para que él pueda usarnos como canales me-
diante los cuales sus dones fluyan hacia otros. Los pobres no se
quejarán [del plan] de benevolencia sistemática, porque de algún
modo les favorece. No son desatendidos ni olvidados, sino que se
ven favorecidos al permitirles desempeñar una parte colaborando
con Cristo, y recibir la bendición de Dios al igual que los ricos. En el
mismo proceso de apartar sumas pequeñas según pueden ahorrarlas,