Página 489 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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La condición de la iglesia
Hay gran necesidad de una reforma entre el pueblo de Dios.
La condición actual de la iglesia nos induce a preguntar: ¿Es ésta
una representación correcta de Aquel que dio su vida por nosotros?
¿Son éstos los seguidores de Cristo y hermanos de aquellos que no
tuvieron por cara su vida? Los que lleguen a la norma bíblica, a la
descripción bíblica de los discípulos de Cristo, serán a la verdad
escasos. Habiendo abandonado a Dios, la Fuente de las aguas vivas,
se han cavado cisternas, “cisternas rotas que no retienen agua”.
Jeremías 2:13
. Dijo el ángel: “La falta de amor y fe son los grandes
pecados de los cuales son ahora culpables los hijos de Dios”. La
falta de fe conduce a la negligencia y al amor del yo y del mundo.
Los que se separan de Dios y caen en tentación se entregan a vicios
groseros, porque el corazón carnal conduce a gran perversidad. Y
este estado de cosas se encuentra entre muchos de los que profesan
ser hijos de Dios. Mientras aseveran servir a Dios, están en todos
sus intentos y propósitos, corrompiendo sus caminos delante de él.
Muchos se entregan al apetito y la pasión, a pesar de que la clara luz
de la verdad señala el peligro y eleva su voz amonestadora: Cuidaos,
refrenaos, negaos. “La paga del pecado es muerte”.
Romanos 6:23
.
Aunque el ejemplo de los que naufragaron en la fe se destaca como
un fanal para advertir a otros que no sigan el mismo curso, muchos se
precipitan, sin embargo, alocadamente. Satanás domina sus mentes,
y parece tener poder sobre sus cuerpos.
¡Oh, cuántos se lisonjean de que tienen bondad y justicia, cuando
la verdadera luz de Dios revela que durante toda su vida han vivido
solamente para agradarse ellos mismos! Toda su conducta es abo-
rrecible a Dios. ¡Cuántos viven sin ley! En sus densas tinieblas, se
consideran con complacencia; pero sea la ley de Dios revelada a sus
conciencias, como lo fue a la de Pablo, y verán que están vendidos
al pecado, y deben morir al ánimo carnal. El yo debe morir.
¡Cuán tristes y temibles son los errores que muchos cometen!
Edifican sobre la arena, pero se lisonjean de estar asentados sobre
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