Página 498 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

Basic HTML Version

494
Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
más poder ejercerán sus engaños sobre nosotros. No hay seguridad
al entrar en controversia o deliberaciones con él. Por cada ventaja
que concedamos al enemigo, pedirá más. Nuestra única seguridad
consiste en rechazar firmemente el primer paso hacia la presunción.
Dios nos ha dado, por los méritos de Cristo, suficiente gracia para
resistir a Satanás y ser más que vencedores. La resistencia es éxito.
“Resistid al diablo, y huirá de vosotros”.
Santiago 4:7
. La resistencia
debe ser firme y constante. Perderemos todo lo ganado si resistimos
hoy para ceder mañana.
El pecado de esta era consiste en despreciar los mandamientos
expresos de Dios. El poder de la mala influencia es muy grande. Eva
tenía todo lo que necesitaba. No le faltaba nada para ser feliz; pero su
apetito intemperante deseó el fruto del único árbol que Dios le había
prohibido. No necesitaba del fruto del árbol del conocimiento, pero
permitió que su apetito y curiosidad dominaran su razón. Estaba
perfectamente feliz en su hogar en el Edén, al lado de su esposo,
mas, como las inquietas Evas modernas, se hizo la ilusión de que
había una esfera superior a la que Dios le había asignado. Pero
cuando quiso alcanzar una posición más elevada que la original,
cayó mucho más abajo. Éste será, por cierto, el resultado que las
Evas de la generación presente obtendrán si descuidan la alegre
atención de sus deberes diarios de acuerdo con el plan de Dios.
Hay para las mujeres un trabajo que es aún más importante y ele-
vador que los deberes del rey en su trono. Pueden amoldar la mente
de sus hijos y formar su carácter de manera que sean útiles en este
mundo y puedan llegar a ser hijos e hijas de Dios. Deben considerar
su tiempo demasiado valioso para pasarlo en la sala de bailes o en
trabajos inútiles. Hay bastante trabajo necesario e importante que
hacer en este mundo necesitado y doliente, sin malgastar momentos
preciosos en los adornos o la ostentación. Las hijas del Rey celestial,
miembros de la familia real, sentirán el peso de la responsabilidad
que significa alcanzar una vida superior, para llegar a estar en íntima
comunión con el cielo y trabajar al unísono con el Redentor del
[531]
mundo. Las que se dedican a este trabajo no estarán satisfechas con
las modas e insensateces que absorben la mente y los afectos de
las mujeres de estos postreros días. Si son verdaderamente hijas
de Dios, participarán de la naturaleza divina. Al ver las influencias
corruptoras de la sociedad, se sentirán movidas de la más profunda