Página 528 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
desagrada este juicio. El hermano E no habría tenido dificultades y
habría tenido recursos para sostenerse abundantemente si no hubiera
sido por la conducta egoísta de sus hermanos que tenían visión y
propiedades, y que trabajaban contra él tratando de encauzar sus
aptitudes para beneficio de su propio interés egoísta. Aquellos que
se aprovechan del estudio empeñoso de un hombre ciego y procuran
beneficiarse con sus inventos, están robando y son virtualmente
violadores del mandamiento.
Hay algunos en la iglesia que profesan estar guardando la Ley
de Jehová, pero que son transgresores de esa Ley. Son hombres
que no disciernen sus propios defectos. Poseen un espíritu egoísta,
mezquino y ciegan sus ojos a su pecado de codicia, que la Biblia
define como idolatría. Hombres de esta índole pueden haber sido
estimados por sus hermanos como cristianos sumamente ejemplares;
pero el ojo de Dios lee el corazón y discierne los motivos. Él ve lo
que el hombre no puede ver en los pensamientos y el carácter. En su
providencia coloca a estas personas en puestos que con el tiempo
revelarán los defectos de su carácter, para que si desean verlos
y corregirlos puedan hacerlo. Hay algunos que toda su vida han
buscado su propio interés y han estado absortos en sus propios planes
egoístas y han estado ansiosos de beneficiarse sin pensar mucho si
otros se sentirían afligidos o perplejos por cualquier acción o plan
que ellos tengan. El interés egoísta avasalla la misericordia y el amor
de Dios. El Señor a veces permite que esta clase de personas continúe
con su conducta egoísta estando ellos ciegos espiritualmente, hasta
que sus defectos sean evidentes a todos los que tienen discernimiento
espiritual y ellos evidencien con sus obras que no son cristianos
genuinos.
Hombres que tienen propiedades y una medida de salud, y que
disfrutan de la inestimable bendición de la vista, tienen toda ventaja
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posible sobre un hombre ciego. Muchos caminos les están abiertos
en su carrera comercial que están cerrados para un hombre que ha
perdido su vista. Las personas que disfrutan del uso de todas sus
facultades no debieran buscar su propio interés egoísta y privar a un
hermano ciego de una pizca de su oportunidad para tener entradas.
El hermano E es un hombre pobre. Es un hombre débil; también
es un hombre ciego. Ha tenido un intenso deseo de ayudarse a sí
mismo y, aunque vive bajo el peso de dolencias desalentadoras, su