Página 527 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Nuestro deber hacia los desafortunados
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samaritano, dijo Cristo, fue el prójimo de aquel que cayó entre la-
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drones. El levita y el sacerdote representan a una clase de miembros
de iglesia que manifiestan indiferencia precisamente hacia aquellos
que necesitan su compasión y sus apoyo. Esta clase de gente, no
obstante su puesto en la iglesia, son transgresores de los mandamien-
tos. El samaritano representa a una categoría de cristianos que son
verdaderos ayudadores de Cristo y que imitan su ejemplo al hacer el
bien.
A los que se compadecen de los desafortunados, los ciegos, los
cojos, los afligidos, las viudas, los huérfanos y los necesitados, Cristo
los representa como guardadores de los mandamientos, que tendrán
vida eterna. Hay una gran falta de religión personal y de un senti-
do de obligación individual para sentir los pesares de otros y para
trabajar con benevolencia desinteresada por la prosperidad de los
desafortunados y afligidos. Algunos no tienen experiencia en estas
obligaciones. Toda su vida han sido como el levita y el sacerdote,
que pasaron de largo junto al camino. La iglesia tiene un trabajo
que hacer, el cual, si no se hace, les acarreará tinieblas. La iglesia
como conjunto e individualmente debiera examinar fielmente sus
motivos y comparar sus vidas con la vida y las enseñanzas del único
Modelo correcto. Cristo considera todos los actos de misericordia,
benevolencia y cuidadosa consideración por los desafortunados, los
ciegos, los cojos, los enfermos, las viudas y los huérfanos como
hechos a él mismo; y estas obras están preservadas en los registros
celestiales y serán recompensadas. Por otra parte, se escribirá un
registro en el libro contra los que manifiestan la indiferencia del
sacerdote y el levita hacia el desafortunado, y aquellos que se apro-
vechan de los infortunios de otros y aumentan su aflicción a fin
de sobresalir egoístamente. Dios seguramente retribuirá cada acto
de injusticia y cada manifestación de indiferencia negligente y de
descuido de los afligidos que hay entre nosotros. Finalmente cada
uno será recompensado según hayan sido sus obras.
Se me mostró que el hermano E no ha sido tratado con justicia
por sus hermanos. Los hermanos F, G y otros siguieron un curso de
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conducta hacia él que desagradaba a Dios. El hermano F no tenía
ningún interés especial en el hermano E, excepto cuando pensaba que
podía aprovecharse de él. Se me mostró que algunos consideraban
al hermano E como una persona mezquina y deshonesta. A Dios le