Página 530 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
Se me mostró que el hermano E tiene algunas buenas cualidades
mentales que podrían ser mejor apreciadas si poseyera más dominio
propio y no se alterase. Cada exhibición de impaciencia y de mal
humor habla en contra de él, y es aprovechada al máximo por algunos
que son culpables de pecados mucho más serios a la vista de Dios.
Los principios del hermano E son buenos. Tiene integridad. No es un
hombre deshonesto. No defraudaría a nadie conscientemente. Pero
tiene faltas y pecados que deben ser vencidos. Él, al igual que otros
hombres, tiene que lidiar con la naturaleza humana. Demasiado a
menudo es impaciente y a veces, arrogante. Debiera albergar un
espíritu más amable y cortés y cultivar gratitud de corazón hacia
aquellos que se han interesado en su caso. Por naturaleza tiene un
temperamento impetuoso cuando es incitado repentinamente o se
lo provoca en forma irrazonable. Pero, a pesar de esto, tiene una
disposición para hacer lo recto, y siente arrepentimiento sincero
hacia Dios cuando reflexiona sobre sus errores.
Si ve que sus hermanos están inclinados a hacerle justicia, él será
generoso para perdonar y suficientemente humilde como para desear
la paz, aunque tenga que hacer grandes sacrificios para obtenerla.
Pero se excita fácilmente; es de un temperamento nervioso. Él
necesita la influencia subyugadora del Espíritu de Dios. Si aquellos
que están listos para censurarlo consideraran sus propios errores y
bondadosamente pasaran por alto las faltas de él tan generosamente
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como debieran, manifestarían el espíritu de Cristo. El hermano E
tiene una tarea que hacer para vencer. Sus palabras y su modo de
tratar a otros debieran ser gentiles, amables y agradables. Debiera
precaverse estrictamente contra todo lo que tenga sabor de un espíritu
dictatorial o de modales o palabras altaneras.
Si bien Dios es amigo del ciego y el desdichado, no excusa
sus pecados. Les requiere que venzan y perfeccionen un carácter
cristiano en el nombre de Jesús, quien obtuvo la victoria en su favor.
Pero Jesús se compadece de nuestras debilidades y está listo para
dar fuerzas a fin de soportar las pruebas y resistir las tentaciones
de Satanás, si echamos todas nuestras cargas sobre él. Se envía a
ángeles para ministrar a los hijos de Dios que son físicamente ciegos.
Hay ángeles que cuidan sus pasos y los salvan de mil peligros, los
cuales, sin que ellos lo sepan, asedian su camino. Pero su Espíritu
no los acompañará a menos que alberguen un espíritu de bondad