Página 531 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Nuestro deber hacia los desafortunados
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y busquen seriamente ejercer control sobre su naturaleza y colocar
sus pasiones y cada facultad en sumisión a Dios. Deben cultivar un
espíritu de amor y controlar sus palabras y acciones.
Se me mostró que Dios requiere de su pueblo que sean mucho
más compasivos y considerados hacia los infortunados que lo que
son. “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es
esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y
guardarse sin mancha del mundo”.
Santiago 1:27
. Aquí se define
la religión genuina. Dios requiere que la misma consideración que
debiera darse a la viuda y al huérfano sea dada al ciego y a los que
sufren bajo la aflicción de otras debilidades físicas. La benevolencia
desinteresada es muy rara en esta época del mundo.
Se me mostró, en el caso del hermano E, que aquellos que de
cualquier forma lo trataran injustamente y lo desanimaran en sus
esfuerzos por ayudarse a sí mismo, o que, codiciando la prosperidad
del pobre ciego, se aprovecharan de su situación inferior, acarrearían
sobre ellos mismos la maldición de Dios, quien es el amigo del cie-
go. Se dieron órdenes especiales a los hijos de Israel con referencia
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al ciego: “No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás
el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana. No maldecirás
al sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo, sino que tendrás
temor de tu Dios. Yo Jehová. No harás injusticia en el juicio, ni fa-
voreciendo al pobre ni complaciendo al grande; con justicia juzgarás
a tu prójimo”.
Levítico 19:13-15
. “Maldito el que redujere el límite
de su prójimo. Y dirá todo el pueblo: Amén. Maldito el que hiciere
errar al ciego en el camino. Y dirá todo el pueblo: Amén. Maldito el
que pervirtiere el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda.
Y dirá todo el pueblo: Amén”.
Deuteronomio 27:17-19
.
Es extraño que profesos cristianos hagan caso omiso de las
enseñanzas claras y positivas de la Palabra de Dios y no sientan
remordimiento de conciencia. Dios coloca sobre ellos la respon-
sabilidad de cuidar del infortunado, el ciego, el cojo, la viuda y el
huérfano; pero muchos no hacen el menor esfuerzo por tenerlo en
cuenta. A fin de salvar a los tales, Dios frecuentemente los pone bajo
la vara de la aflicción y los coloca en situaciones similares a las que
ocupaban las personas que necesitaban comprensión y apoyo, pero
que no lo recibieron de sus manos.