Página 547 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Ternura y solidaridad en el hogar
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inquietarán por las amenazas de castigo. Demasiado frecuentemente
se afirma la rebelión en los corazones de los hijos a través de la dis-
ciplina equivocada de los padres, cuando si se hubiera seguido una
conducta apropiada, los niños habrían formado caracteres buenos y
armoniosos. Una madre que no tiene perfecto control de sí misma
no es idónea para tener la conducción de los hijos.
El hermano M está moldeado por el temperamento enérgico de
su esposa. En cierta medida se ha vuelto egoísta como ella. Su mente
está ocupada casi completamente por “mí y lo mío”, con exclusión
de otras cosas infinitamente más importantes. No ocupa su lugar en
la familia como padre de su rebaño ni lleva una conducta uniforme
con sus hijos, libre de prejuicios y de influencias. Su esposa no es
una verdadera madre para sus hijos sin madre, y jamás podrá serlo
sin una transformación. El hermano M, como padre de sus hijos,
no ha permanecido en el puesto que Dios quisiera. Estos niños sin
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madre son pequeñitos de Dios, preciosos a su vista. El hermano M
tiene por naturaleza un carácter tierno, refinado, afectuoso, generoso
y sensible, mientras que su esposa es exactamente lo opuesto. En
vez de que él moldeé y suavice el carácter de su esposa, ella lo está
transformando a él.
Él piensa que a fin de tener paz debe ignorar lo que le preocupa.
Ha descubierto que no debe esperar que su esposa se someta y ceda
su opinión. Ella dominará; llevará a la práctica sus ideas a cualquier
costo. A menos que ambos se empeñen seriamente en sus esfuerzos
por reformarse, no obtendrán la vida eterna. Han tenido luz, pero
se han descuidado en seguirla. El amor egoísta al mundo ha cegado
sus percepciones y endurecido sus corazones. J necesita ver que
a menos que ponga a un lado su egoísmo, y venza su voluntad y
su mal genio, no puede tener el cielo. Ella echaría a perder todo el
cielo con estos elementos de su carácter. Amonesto a la Hermana
J que se arrepienta. Le ruego en el nombre de mi Maestro que
se despierte rápidamente de su indiferencia estúpida, que preste
atención al consejo del Testigo Fiel y Verdadero, y que se arrepienta
celosamente, porque está poniendo su alma en peligro.
Dios es misericordioso. Aceptará ahora la ofrenda de un corazón
quebrantado y un espíritu contrito. ¿Se excusará la hermana J como
lo hicieron el levita y el sacerdote, de no ver y sentir las afliccio-
nes de otros, y seguirá de largo? Dios la considera responsable de