Página 584 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
listo para hacer su obra y presentar tentaciones que ellas no tendrán
voluntad ni poder moral para resistir.
Nuestro pueblo está retrocediendo constantemente en cuanto
a la reforma pro salud. Satanás ve que no puede tener tal poder
controlador sobre ellos como podría tenerlo si se complaciera el
apetito. Bajo la influencia de alimentos malsanos la conciencia se
embota, la mente se oscurece, y su susceptibilidad a las impresiones
se entorpece. Pero la culpa del transgresor no disminuye porque la
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conciencia violada se entumezca y se vuelva insensible.
Satanás está corrompiendo las mentes y destruyendo las almas
a través de sus tentaciones sutiles. ¿Verá y sentirá nuestro pueblo
el pecado de complacer el apetito pervertido? ¿Descartarán el té, el
café, la carne y todos los alimentos estimulantes, y dedicarán los
medios gastados en estas complacencias dañinas a la diseminación
de la verdad? Estos estimulantes sólo causan daño, y sin embar-
go vemos que un gran número de los que profesan ser cristianos
están usando el tabaco. Estos mismos hombres deplorarán el mal
de la intemperancia, y mientras hablan contra el uso de los licores
expulsarán de su boca el jugo de tabaco. Mientras que un estado
saludable de la mente depende de la condición normal de las fuerzas
vitales, debiera ejercerse un gran cuidado para que no se usen ni
estimulantes ni narcóticos.
El tabaco es un veneno lento, insidioso, y sus efectos son más
difíciles de eliminar del sistema que los del licor. ¿Qué poder puede
tener el partidario del tabaco para contener el progreso de la intem-
perancia? Debe haber una revolución en nuestro mundo sobre el
tema del tabaco antes que se coloque el hacha a la raíz del árbol.
Insistimos aun más en el tema. El té y el café están fomentando
el apetito que se está desarrollando por estimulantes más fuertes,
como el tabaco y el licor. Y llegamos a un punto más cercano a
nosotros: las comidas diarias, las mesas servidas en las casas. ¿Se
práctica la temperancia en todas las cosas? ¿Son practicadas allí
las reformas que son esenciales para la salud y la felicidad? Cada
verdadero cristiano dominará su apetito y pasiones. A menos que se
vea libre de la esclavitud del apetito, no puede ser un verdadero y
obediente siervo de Cristo. Es la complacencia del apetito y la pasión
lo que hace que la verdad no tenga ningún efecto sobre el corazón.
Es imposible que el espíritu y el poder de la verdad santifiquen a un